Una investigación de la ULE recoge los dos terremotos más antiguos de la provincia

Se localizaron en la zona de Manzaneda de Cabrera hace 470 millones de años
La Cabrera.

La sesión científica número 78 de la Sociedad Geológica de España acogió la presentación del trabajo ‘Estructuras de deformación sinsedimentaria en el Ordovícico Inferior del Anticlinal de Manzaneda’ firmado por los investigadores de la Escuela Superior y Técnica de Ingeniería Minera Javier Fernández-Lozano, José María Toyos y Rodrigo Andrés-Bercianos, en el que se desvela el hallazgo documentado de “al menos dos terremotos que ocurrieron en la misma zona hace 470 millones de años”, según explica el geólogo y profesor de la Universidad de León, ULE, Fernández Lozano.

Ese viaje en el tiempo, a hace 470 millones de años, es el que “nos lleva a un periodo de la historia geológica de nuestro planeta conocido como Ordovícico que corresponde a la Era Primaria o Paleozoico, que significa vida antigua”. Fernández Lozano explica que en ese periodo histórico de nuestro planeta, la zona occidental de la provincia formaba parte de un gran océano, llamado Reico.

Este océano, “rebosante de vida, era muy diferente a lo que estamos acostumbrados a ver, contaba con artrópodos y gusanos que campaban a sus anchas por los fondos marinos. La configuración de los continentes era muy diferente a la que conocemos en la actualidad, pues lo que hoy es la península ibérica se situaba cerca del hemisferio sur en aquellos momentos. León formaba parte del litoral de un continente ya desaparecido, que tenía gran actividad sísmica y volcánica, responsable de las rocas volcánicas de Truchas, sobre las que se sitúa el Sagrado Corazón”.

Explica que se podrían imaginar grandes erupciones volcánicas, como las que ocurren en el llamado cinturón de fuego del Pacífico, acompañadas de fuertes terremotos. “Dos de estos grandes episodios sísmicos han quedado registrados en Manzaneda de Cabrera”, apunta, como así lo documentaron y explicaron en la cita de la Sociedad Geológica de España.

El registro geológico conservado en las rocas “casi intacto después de tanto tiempo”, indica que la magnitud de esos terremotos “debió ser lo suficientemente elevada para que se conserven en la roca, pues los terremotos más pequeños no suelen dejar huella”.

Para entenderlo, Lozano explica que “por ejemplo, hoy en día los terremotos que han ocurrido en la zona de Manzaneda no superan los 2,5 grados de magnitud. Son prácticamente imperceptibles para los habitantes de una provincia en constante movimiento. Sin embargo, los restos de los terremotos preservados en el paisaje de La Cabrera debieron superar los cinco grados y podrían haber llegado incluso a ocho de magnitud. Ya que sus huellas son perceptibles en forma de requiebros en la roca y otras estructuras complejas con fuerte deformación”.

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