Desde hace muchos años paso una parte del verano en Astorga. Mis hijos han disfrutado, y siguen disfrutando, de esta agradable ciudad. Algo que ya hacen, también mis nietas. En la ciudad participo como público, incluso como actuante, en muchos de los diversos actos culturales que nos brinda a todos los ciudadanos. He conocido a un gran número de personas de todos los escalones sociales, intelectuales, políticos y religiosos. Cada una de ellas, aunque de alguna tenga olvidado su nombre, me ha aportado algo, de lo cual estoy agradecido.
Entre estas personas con las que tuve alguna relación están los alcaldes de la ciudad. Puedo decir que mi valoración personal sobre los mismos es, mayoritariamente, muy alta. He tenido la oportunidad de asistir a eventos, culturales o de presentación en la ciudad, en los cuales he visto a algún alcalde brillar a gran altura. En mi opinión, Astorga ha estado bien representada por la mayoría de sus alcaldes.
Sin contemplamos el momento presente creo que el alcalde actual estará situado, en la historia de la ciudad, en el grupo de los mejores. En su época, como ocurre siempre, llegaron a su punto final actuaciones que se iniciaron en el pasado, pero también se iniciaron otras que se finalizarán en el futuro. A modo de ejemplo, por no hablar de obra pública, se puede citar el impulso que le ha dado a la herencia cultural que recibió de los anteriores. Impulso que ha llevado a la internacionalización de la ciudad. Algo que ha ocurrido con los actos que participaron diplomáticos de Irlanda y Estados Unidos o con la próxima recreación de la guerra de la independencia. Hablando con los ciudadanos de Astorga uno percibe que la ciudad está contenta con el funcionamiento del municipio. Incluso se percibe que muchos piensan que lo empezado en la actual legislatura, es probable que lo termine una corporación municipal, casi igual que la actual en la próxima.
Sin embargo, una actuación de una juez, relacionada con una nueva corrupción, puede motivar que una parte de los astorganos no tenga la oportunidad de volver a votar al alcalde actual. Parece ser que hay indicios serios de que dos empresarios promovieron actuaciones ilegales con las que consiguieron que algunos políticos, fundamentalmente con responsabilidades en la administración local, tomaran decisiones corruptas. Ante tales indicios la justicia debe actuar con el fin de determinar si son ciertos esos indicios, cual es su alcance y cual el castigo que deben recibir los corruptos. Para ello, los jueces deben llamar a declarar a todos los posibles participantes en este proceso y buscar y analizar toda la documentación que pueda estar relacionada con los hechos. En mi opinión, a los ciudadanos que pudieran estar presuntamente relacionados con los hechos, si no hay indicios claros de culpabilidad, fuga, etc., se les debe llamar a declarar por medio de un oficio. Esto se ha hecho recientemente con Guillermo toledo sobre el que se publicó la siguiente noticia: “Detenido en su casa por no haberse presentado al ser llamado por la justicia”. En el caso de los ediles astorganos no se negaron a acudir a la llamada de la justicia, no se eliminó el disco duro de los ordenadores, no se eliminaron documentos del municipio, no… A esto hay que añadir que después de un breve “interrogatorio” de la juez, parece ser que los ediles quedaron libres de sospecha. La única obligación es que deben de estar a disposición de la justicia. Obligación que, por aclarar lo que significa, afecta a todos los ciudadanos. Este breve enunciado de hechos nos conduce a pensar que el despliegue realizado en Astorga ha sido algo exagerado. Exageración que puede ser muy negativa para la ciudad.
Hay indicios de que si la justicia no lo remedia con una rápida actuación, con el fin de que los ediles implicados queden libres de toda culpa, Astorga perderá un candidato a la Alcaldía que, como indicábamos antes, ocupará en la historia de Astorga un lugar entre los mejores. Evidentemente, si esto se produce y con independencia de las siglas políticas, quien pierde es la ciudad. Muchos entendemos que un ciudadano honesto y enamorado de su profesión, al cual las circunstancias le llevaron a una alcaldía, se sienta confuso y decepcionado con una actuación, en apariencia, exagerada de la justicia. Una justicia que parece ser que no ha visto indicios de culpa ya que se trata de unos hechos sobre los cuales no se tomó, personalmente, ninguna decisión.
Desde estas líneas, por no ser un votante astorgano y con un cierto atrevimiento, me permito decir lo siguiente: “Estamos en un momento en el que escasean los candidatos desinteresados y capaces para ocupar cargos públicos. Por este motivo sería una pérdida para la ciudad no poder contar, en las próximas lecciones, con el actual alcalde entre los candidatos a regir la ciudad”. Esto depende de alguno de los factores que fueron analizados en este artículo. Por el bien de la ciudad, sería deseable se hicieran los posibles para remediarlo.
Manuel J. Tello