A la hora de anunciar la próxima proclamación del nuevo Rey de España, Felipe VI, en la mayoría de las informaciones se resalta de manera muy notoria: “sin misa”. Podría anunciarse dicha proclamación sin necesidad de hacer referencia a la falta de misa, sin embargo, al hacer esa observación o negación se está afirmando que cabría la posibilidad de celebrar una eucaristía, aunque no se vaya a hacer.
Los que recordamos los inicios del reinado de Juan Carlos I no hemos olvidado aquella misa celebrada en la iglesia de los Jerónimos, presidida por el Cardenal Tarancón, cuya valiente, impresionante y antológica homilía señaló al nuevo monarca las líneas principales de lo que debería ser su reinado. Afortunadamente fueron tenidas en cuenta. Se dirá que como en aquel momento España era todavía un estado confesional, tenía razón de ser aquella ceremonia religiosa. En todo caso fue muy oportuna. Pero no olvidemos que, aunque España no es un estado confesional, tampoco es un estado laico.
También se dice que la proclamación se hará sin invitados extranjeros. No tendremos oportunidad de ver desfilar a jefes de estado de otras naciones, ni a miembros de casas reales. Lo echarán de menos las revistas del corazón. Puede que sea una medida acertada esta sobriedad, en tiempos de crisis. Pero ¿la misa? Ciertamente no se suprime para ahorrar dinero a las arcas del Estado, sino que han de ser otras las razones. Una de ellas que ahora ya no estamos en un estado confesional. Desde luego que en caso de haber misa más de uno protestaría y se pondría en contra, pero por esa misma razón habría que hacerles caso cuando dicen que quieren república en lugar de monarquía.
¿Acaso fue un atentado contra la no confesionalidad del Estado la boda de los Príncipes en la Almudena o el entierro de Suárez en la catedral de Ávila? Ciertamente no. Más aun, teniendo en cuenta que Dios es el mismo para los republicanos y monárquicos, ¿qué hay de malo en invocar su protección para que ayude a los gobernantes, sean de uno u otro signo?
Nos da la impresión que en el fondo tenemos demasiados complejos y miedos. Y en este sentido la derecha está más acomplejada que la izquierda. Entre tanto los medios seguirán diciendo que la proclamación del nuevo rey será “sin misa”. Lo cual es una manera implícita de decir que falta la misa, o sea, que se echa de menos o que debería estar, que no desentonaría. Pero, como ya sabemos, los complejos pesan mucho.
Señor, a pesar de todo, no nos dejes de tu mano.
Muy oportuno y clarificador. Gracias.