Se buscan treinta personas

El titular de este artículo bien podría haber sido otro como “Sociedad enferma”, “Grave crisis moral” o “La complicidad del silencio”… Pero dejémoslo en “Se buscan treinta personas de buena voluntad”. Debo añadir que en este momento me embargan sentimientos entremezclados de tristeza, decepción, indignación, rabia…

Resulta que una de mis sobrinas está embarazada de cuatro meses. Tan pronto como lo supo no pudo contener la alegría y la noticia debió llegar a los últimos rincones de la tierra. Ella y su marido y todos estamos muy felices deseando que llegue el momento de ver a esos dos niños que ya están en su vientre. Es obvio que,  si hubiera decido abortar, habría matado legalmente a sus hijos. Afortunadamente no se le pasa ni por la imaginación. Pero no corren la misma suerte otros trescientos niños cada día en España. Un verdadero genocidio.

Rajoy nos ha engañado y traicionado, pues prometió por activa y por pasiva cambiar la nefasta ley de Zapatero, que defiende el aborto como un derecho de la mujer. Cuando las cosas iban por buen camino Rajoy eliminó el proyecto de una nueva ley junto con el ministro Gallardón, responsable del mismo.  Y todo por un cobarde cálculo electoralista. Entre tanto los del PP siguen haciéndonos creer, con un cinismo impresionante, que son defensores de la vida, cuando los hechos demuestran todo lo contrario. Además,  pretenden engañarnos con una reforma minúscula referente a que las menores de edad tengan que pedir permiso a sus padres para matar a los hijos. Como si el permiso paterno justificara la muerte de un inocente. Pero si el PP y sus gobernantes son culpables, también lo somos nosotros por consentirlo.

Pues bien a finales del año pasado se convocó en Madrid una manifestación a favor de la defensa de la vida y de la maternidad. Se intentó que al menos saliera un autobús desde Ponferrada, pasando por Astorga y La Bañeza. Vano intento, pues solo se apuntaron catorce personas. En realidad deberían movilizarse decenas de autobuses.

El próximo sábado día 14 de marzo volverá a haber otra manifestación en Madrid. De momento, hay apuntadas veintitrés personas. De Astorga solamente una. ¿Dónde están los defensores de los derechos humanos? ¿Dónde están los cristianos que defienden la vida? No cabe duda que nuestro silencio, nuestra pereza o nuestra cobardía nos hace cómplices. No tenemos derecho a quejarnos de las tropelías de los gobernantes, cuando permanecemos indiferentes.

Entiendo que nos cueste salir de casa, pero la causa lo requiere. A mí también me cuesta, pero no dudé un instante en apuntarme, y puede parecer que una persona más o una menos no es decisiva, pero en realidad sí lo es. De hecho en gran manera depende de ti que pueda salir un autobús de la Diócesis de Astorga.

Dentro de unos días tendrán lugar las procesiones de Semana Santa y ya están las diferentes cofradías preparándolas. Me temo que Jesucristo prefiere que se participe en procesiones como la manifestación de Madrid, porque el verdadero drama es que las procesiones, muy respetables, son solamente representaciones, mientras que lo que se va a defender en Madrid es que no se siga derramando la sangre de Cristo en las clínicas abortivas. Ahí sí esta Jesús realmente presente en esos niños inocentes: “Lo que hagáis a uno de estos pequeños me lo hacéis a mí”.

Vuelvo a decir que siento tristeza, asco, pena, rabia… ante esta sociedad tan fría e impasible ante el sufrimiento humano, ante la injusticia de negar a más de cien mil niños cada año el derecho de nacer. Y hasta llego a encontrar vacíos e hipócritas algunos actos religiosos cuando no van unidos a un compromiso, pues como dice la Biblia: “Misericordia quiero y no sacrificio”.

¿No será posible encontrar entre los lectores a esas treinta personas de buena voluntad para que se inscriban y poder completar el autobús y hacer posible el viaje a Madrid?

Salida el sábado día 14 de marzo de la Plaza de Lazúrtegui. Precio de ida y vuelta 18 euros. Para inscribirse, lo antes posible, en las parroquias o en la Librería Diocesana. Como dato ejemplar, alguna persona que no puede ir ha pagado el billete a otras. Aún queda gente buen

 

 

 

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