Raquel y Pedro

Ayer, mordiendo el bizcocho, me alteró bastante la declaración sobre el salvaje que, presuntamente, arrojó a su pareja por el balcón y, no contento con su acción heroica, la arrastró y molió a palos hasta dejarla medio muerta, con lesiones gravísimas. Supongo que, como a mí, a muchos otros  bercianos les ardería la caldera. Solo una basura humana, un Atila embravecido, paradigma del abuso y la destrucción, es capaz de semejante hazaña. Ella, sin conocerla demasiado, es dulce, educada, una deportista reconocida en la ciudad, una mujer con formación. Parece increíble que semejante rufián haya sido responsable municipal electo, durante años y en distintos ayuntamientos. Algo falla cuando hay mujeres que siguen padeciendo al lobo que tienen en casa.

 

Andrés López-Gavela

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