Por dónde empiezo…

Unas veces nada y otras no sé cual elegir. Pues nada, para no tener que echarlo en suerte, me quedo con un poquito de todas. Avariciosa que es una, qué le voy a hacer. Y sí, a veces me cuesta elegir. Sólo a veces. Otras, en lo importante, sé con cual quedarme, sin dudas.

 

Voy con la primera. La semana pasada, viendo las noticias en la tele, que hubiese dicho mi padre, leí lo siguiente: “la policía detuvo al presunto asesinado…”. Tuve que leerlo dos veces, y una tercera por si el sentido era otro, pero no, era el que leía. Hay que ver, con tanto ser políticamente correcto, resulta que hasta los muertos o asesinados no lo son hasta que no lo decide un juez. Me imagino la escena: “Está usted presuntamente asesinado”. Pero lo gracioso no fue eso, de hecho la noticia era trágica, si no que al comentarlo con un amigo me dice todo serio: “Pero…¿era un error, no? Querrían decir asesino…”. Por un momento dudé si me lo estaba diciendo de broma, pues no. Claro, como no se sabe muy bien, según algunos, cuando comienza la vida, por lógica tampoco está muy definida la muerte. Supongo. A mi amigo le insisto desde aquí: Error, era un error de escritura. La duda sobraba, hombre.

 

Luego hubo otra, también de la tele –a lo mejor veo demasiada-, en un programa de tertulias en la que todo el mundo es experto en todo. Yo no entiendo como hay tanto súper hombre y súper mujer, pero será así. De todos modos no dejo de pensar en un pato cuando los veo opinar de todo y con tanta contundencia. ¿Por qué en un pato? Veamos, el animal que mejor vuela tal vez sea un águila, uno buenísimo corriendo un guepardo, por ejemplo, uno que sea el mejor nadando …un pez, el salmón, no se me ocurre otro; pero el pato hace todo eso: vuela, nada y anda. Todo como un “pato”, en nada es el mejor, ningún experto. Para que quede claro, “el que mucho abarca poco aprieta”. Pues eso es lo que yo opino de todos esos expertos. ¡Qué! Yo también tengo derecho a opinar. Faltaría más.

 

Pues eso, el tema a debatir era la forma de tratar por las autoridades los últimos altercados urbanos. Fechoría, salvajadas, las llamaría yo. Pasmada me quedé cuando uno de ellos defendió o excusó, o mejor atribuyó las acciones de los grupos antisistema a la presencia de policía. Increíble. Alucinante. Menos mal que el resto no era de su opinión.

No sé si tendrá hijos, pero me lo puedo imaginar educando a sus hijos así. Que los niños se portan mal en el cole, en el parque pegando a sus amigos o destruyendo cosas, o en casa. Pues evidentemente es culpa de los profesores, de los padres o adultos con autoridad que hubiese, no haber estado. De traca. Estamos en democracia, pero eso no significa que yo pueda hacer lo que me dé la gana, aunque me ampare en la masa. Todo tiene sus límites. La autoridad es necesaria, no confundir con el autoritarismo. Después nos salen “hijos tiranos”. ¿Será eso?

 

Por último la noticia bomba del lunes: el Rey abdica. Me sorprendió, como a todos, aunque ya veréis como alguno dirá que ya se lo esperaba. No tengo opinión clara, supongo que está muy reciente, es como muy irreal todavía. Tal vez una sensación de nostalgia, de que todo acaba. Entiendo ahora la reacción de mi madre hace casi cuarenta años, el cambio suponía decir adiós a lo conocido, lo familiar, lo seguro. De alguna manera, salvando las distancias porque ahora la situación en España es mejor, siento eso mismo. Hay que dar paso a lo nuevo, y muchas cosas y personas que creíamos eternas ya no están. Es el tiempo, el paso del tiempo.

 

Me estoy poniendo empalagosa así que mejor lo dejo aquí. Tampoco es nada extraordinario que un hijo suceda a su padre. Al revés sí que sería algo extraordinario.

 

 

 

 

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