Otra semana perdida

Otra semana perdida para la reconstrucción de la provincia de León. Los sindicatos y las patronales se han convertido en las últimas semanas en meras gestorías laborales, dedicadas a tramitar ERTEs y a asesorar a sus socios para aminorar daños en esta brutal crisis económica derivada de la pandemia del coronavirus. La demanda de asesoramiento es tan grande que no hay tiempo para pensar ni planificar. Sindicatos y patronales están desbordados. Todo son solicitudes de ayudas, subvenciones, atrasos en los pagos, devoluciones, cierres temporales, despidos y ajustes fiscales. Un desastre. Y todo se complica con tantos errores, ampliaciones correcciones y rectificaciones de normas y decretos por parte del Gobierno. Ahora las ediciones del BOE pueden aparecer hasta en la medianoche y con aplicación inmediata. Los asesores están de los nervios, al borde de un ataque almodoroviano de los nervios.

Así que ¿quién piensa aquí? Pues nadie, claro está. El futuro de León queda en manos de la improvisación y de la inercia nacional e internacional. A las instituciones públicas les pasa algo parecido. Trabajando a medio gas y centradas cada una en lo suyo. Hay muy poca colaboración y nula planificación en común. El Ayuntamiento de León, por ejemplo, anda entretenido y enredado con la penúltima remodelación de Ordoño II, convertido en el auténtico kilómetro cero de la piedra en la que los ayuntamientos de León tropiezan siempre más de una vez.

Comparto con el alcalde gran parte de su visión de futuro de un León más sostenible, cercano, ecológico, peatonal y habitable, pero ¿por qué siempre hay que comenzar a poner en marcha estos proyectos en Ordoño II? ¿Por qué esta avenida viene siendo utilizada continuamente como conejillo de indias de experimentos urbanísticos en los últimos decenios? ¿La nueva ciudad que tiene en la cabeza el alcalde Sánchez no puede ponerse en marcha en otro lugar?, ¿o es que los barrios siempre van a ser un recurso secundario? Al final, Ordoño II ejerce sobre el resto de la ciudad una especie de efecto llamada, para lo bueno y lo menos bueno, en detrimento del desarrollo y modernización de los barrios y, sobre todo, de la periferia. Ahí está, por ejemplo, el multimillonario proyecto europeo Edusi, que iba a revolucionar el desarrollo urbanístico de seis barrios del norte de la ciudad y nadie sabe a ciencia cierta en qué grado de ejecución está.

A Ordoño II le está pasando como a la calle Ancha, que fue un gran proyecto de peatonalización, pero mal ejecutado técnicamente, lo que ha provocado un continuo y creciente malestar entre vecinos y comerciantes por las periódicas reparaciones y obras de remodelación, que cada vez con mayor frecuencia se tienen que hacer por ese mal diseño y peor ejecución de una gran idea.

Enredados en el proyecto de Ordoño y desbordados sindicatos, patronales, Junta y Gobierno por el lío burocrático en el que se ha convertido esta desescalada que ya pocos entienden, nadie tiene un momento para convocar la cada vez más necesaria Mesa por el futuro de León. Al alcalde de León, esta mesa le trae al pairo. Ya dijo el otro día que la solución a los problemas de León pasan por dar mayor capacidad de autogobierno a la provincia, así que uno vuelve la mirada hacia la casa de los Guzmanes en busca de alivio y de esperanza ante lo negro que se adivina el futuro y sólo encuentra silencio, mucho silencio,  y el higiénico hábito sanitario de lavarse las manos. Habrá que seguir esperando.

 

 

 

 

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