Dos horas, solo ciento veinte minutos, fueron suficientes para certificar la “marea azul” que terminaba siendo un tsunami nacional en lo que ya será un inolvidable 28M. Las elecciones municipales, las elecciones democráticas donde se vota más a las personas que a las siglas, han demostrado en Astorga ser también diferentes. Tan diferentes como en el resto de España, donde se ha demostrado que los ciudadanos entienden poco lo de pactar, lo de llegar a difíciles acuerdos si lo que está en juego es el poder.
En Astorga, después de una legislatura a cara de perro, después de cuatro años donde por no faltar de nada no faltó ni una pandemia, 5638 ciudadanos han dado la mayoría absoluta a José Luis Nieto Martínez. Han elegido a un alcalde que llega a la poltrona con 11 concejales y con la mayoría más estable que se haya podido disfrutar nunca. El Partido Popular de Astorga se ha curado de un plumazo. Mejor, lo han curado los 3.112 votos cosechados por Nieto -y su nuevo equipo de gobierno- en una ciudad que ahora se viste de estreno.
Pasear esta mañana de lunes, -el día después-, pasear por el recién estrenado Mirador de la Vega es como pasear por un nuevo horizonte al que todos van a tener la oportunidad de ponerle colores. Es lo malo y lo bueno de haber pregonado que será el pueblo quien diga a qué carta quedarse. Nieto ha repetido por doquier que de llegar alcalde -lo ha conseguido- gestionará la ciudad de forma diferente. Tendrá como objetivos, la creación de empleo y la promoción de viviendas. Y un anillo verde como idea de futuro que haga a la ciudad y sus pedanías caminos sanos por los que hacer llegar el progreso limpio.
Me gustaría poder ver por un agujero las que desde hoy y hasta mediados de junio van a ser las transferencias de poder entre alcalde y concejales. Me gustará saber cómo se gestionan los deberes y los haberes, los planes y los “desplanes”, lo que se hizo y lo que se deshará, lo que fue promesa y lo que solo se quedará en buenas intenciones. Lo que es gobernar y tomar decisiones y lo que van a ser solo proyectos y sueños de los que nunca se debió de hablar.
Juan José Alonso Perandones se va con el consuelo del deber cumplido. Seguramente agotado, cansado de un mandato cuesta arriba, en el que la oposición remó siempre al revés. Las urnas no le han dado la razón, cuanto menos sus convecinos le han dado la espalda en esta que debía haber sido su despedida a lo grande. Cosechar tan solo 1.602 votos es para mirárselo. Ha jugado fuerte hasta el último día y ha perdido por goleada. Es un 11 a 5 inapelable. Será ahora un tiempo para demostrar que desde la oposición no devolverá la pelota. Pasar del no por el no y hasta de las denuncia ante los tribunales por “mirar siempre por la ciudad”.
Los cuatro años que se nos vienen enciman van a ser tan importantes como decisivos. Astorga ya no tiene tiempo que perder, no hay más remedio que ponerse de acuerdo para achicar lo que ven nuestros ojos cuando paseamos por sus calles. Y no digamos, lo que no vemos. Lo que se callan para no preocupar más a la ciudadanía, para poder no matar el poco optimismo que siempre debería salir de la Casona. Y sin embargo, ahí seguimos. Achicando el agua sin un plan de urbanismo que duerme desde hace años en los cajones, con un polígono sin industria y sin suelo, con la ordenanza de terrazas convertida en arma arrojadiza, con locales y negocios cerrados por doquier en la llamada zona monumental, con las pedanías y asociaciones amenazando hacer saltar la banca, con una ORA que no ve llegar la hora, con un… suma y sigue de una ciudad y unos vecinos que se resisten panza arriba en no perder esas piedras que encontramos nada más llegar al mundo y que son, hoy por hoy, nuestros mejores símbolos de supervivencia.
Astorga sin ser igual es diferente. Lástima que el ser humano sea tan olvidadizo. Que no aprenda ni tropezando una y otra vez en la misma piedra. Después del 28 M el mapa local y autonómico ha dejado a España como si se hubiese dado la vuelta a un calcetín. Esta por descubrir quién y cómo ha enterrado Ciudadanos y sus casi dos millones de votos en 2019. Es fácil entender por qué han encontrado y marcado PP y PSOE sus diferencias. No es imposible explicar la “marea azul” que ha borrado del mapa posibles pactos de izquierda sin todavía poder adivinar que será de Podemos o de esa nueva entelequia llamada SUMAR.
Estas elecciones municipales y autonómicas han vuelto a ponernos los dientes largos. Es como si hubiésemos despertado todos sentados en el estrenado Mirador de la Vega. Nos falta el Teleno, porque hemos dado vuelta a la moneda. Una oportunidad que nos venderán como un nuevo sueño. Antes de acabar el año tendremos que volver a pasar por las urnas. Si lo de hoy funciona, será el año de Feijoo y el año del Partido Popular. Si eso es lo que los vecinos quieren y lo que Astorga necesita, bienvenido sea. Y si funciona, nos daremos con un canto en los dientes aunque el mercado de los martes vuelva a disimular desencuentros. Esa es la trampa, perder el tiempo en cosas que al final no son tan importantes. Maquillaje pendiente de verdaderas soluciones. Gracias, Perandones. Suerte nuevos y viejos alcaldes de España. Mucha suerte, Nieto, alcalde de Astorga.