A pesar del cambio climático en muchas zonas sobre todo montañosas aún es posible contemplar y probar esas fuentes de agua cristalina y libres de contaminación que conocimos en nuestra infancia. No obstante puede darse la circunstancia de que algunas de ellas lleguen a desaparecer incluso en invierno. Esto es justamente lo que hace algunos años le ocurrió al conocido como manantial o Fuente de Llamillas cuya situación en coordenadas UTM (huso 29 ETRS89) expresadas en metros es la siguiente: X=707.440 ; Y=4.716.430. Se halla a una cota de 800 m. rodeado por antiguas explotaciones auríferas romanas pero ubicado en una zona en la que no hay huellas de explotación minera, si no de asentamiento humano muy antiguo. Una característica singular de este manantial, es que parece sencillo determinar, (aunque sea en primera aproximación); la superficie de recarga o incluso el volumen de terreno en cuyo interior se almacena el agua en la época de precipitaciones (lluvia-nieve) que en definitiva sirve para que en verano (en este año por ejemplo); aun siga activo el manantial que parece haber “resucitado”. Cuando hace algunos años se secó (incluso en invierno), los lugareños afirmaban que el manantial se había perdido. Lo que indirectamente querían expresar, es que un hipotético cauce de agua subterráneo había cambiado su curso por razones misteriosas y por ello la fuente dejó de manar. Yo también soy lugareño y no pienso así. Pero mi opinión aunque es una mas; está basada en unos conocimientos más o menos amplios de hidrogeología una disciplina científica que se ha desarrollado mucho a partir del siglo XVIII, gracias a estudios de científicos de reconocido prestigio mundial como Bernouilli o Darcy. Aquí está la diferencia.
LOS DATOS CONCRETOS
En la zona donde se ubica la Fuente de Llamillas las precipitaciones anuales son de 800 litros por metro cuadrado y año; de los cuales se estima que 120 son los que finalmente van a servir para alimentar los “almacenes subterráneos” de agua. El resto se pierden por diversos caminos. Estamos hablando siempre de cifras promediadas de un período de varios años. Esos 120 litros por metro cuadrado y año se terminan acumulando en las fisuras, poros y otros huecos que hay en el terreno y cuando cesa de llover van saliendo poco a poco al exterior. Uno de los muchos problemas que hay que resolver es el referente al punto (puede ser mas de uno) de salida. En nuestro caso y dada la topografía de la zona y la localización de otros manantiales próximos parece razonable suponer que el punto principal de salida es esta Fuente de Llamillas; que estaría alimentada por el agua contenida en un volumen de terreno bastante bien delimitado y situado por encima de la cota a la que se encuentra la fuente. No obstante para intentar ver si esta hipótesis es al menos razonable; he realizado medidas del caudal de esta fuente en diversas fechas del verano en curso.
Veamos que datos tenemos. Superficie de la zona de recarga 6 Has. En una superficie de 6Has. y con los 120 litros señalados es posible que se puedan recargar 7.200 m3 de agua. Volumen de terreno en esas 6 Has. situado por encima de la cota de 800 m. y susceptible de ser donde se almacena el agua que surte a este manantial; 700.000 m3. Es evidente que el espesor medio del acuífero que alimenta la fuente sería en este caso, de 11,66 m. Se trataría de un acuífero muy superficial, lo que también parece lógico dada la geología de la zona. Porosidad estimada dada la naturaleza del terreno (arcillas con abundantes cantos de diversos tamaños) 1%. En consecuencia el volumen total de agua que se podría almacenar en esos 700.000 m3 de terreno sería de 7.000 m3 de agua.
Ahora hemos de comprobar si los datos que obtenemos de los aforos (medidas de caudal) de la fuente pueden ser acordes con lo señalado. En fecha 21-2-2016 el caudal del manantial era de 0,212 litros por segundo. No obstante es de suponer que a lo largo de los meses de febrero, marzo, abril,… este se incrementó hasta llegar a un máximo, quizá a primeros de mayo. En junio poco a poco el caudal del manantial iría disminuyendo y así lo ha seguido haciendo hasta ahora. En el verano se han ido realizando diversos aforos. La primera medida estival del caudal se realizó el 9 de julio y el caudal obtenido era de 0,326 litros por segundo. Luego en sucesivas fechas se volvieron a medir caudales. Con todos estos datos se calculó que el coeficiente de agotamiento es de 0,0314 litros/segundo cada día. Conocido este dato se calcula que hasta que el manantial se agote han de salir de la fuente 905 m3 de agua. Si se hubiese empezado a medir justamente cuando la cantidad de agua subterránea almacenada era máxima (¿a comienzos de mayo quizá?) lógicamente el caudal que se hubiese obtenido el 1-5-2016 hubiese sido muy superior a los 0,326 l/s medidos el 9-7-2016. Si tenemos en cuenta que el coeficiente de agotamiento es 0,0314 l/s cada día invirtiendo el cálculo obtenemos un caudal de 2,93 l/s para el 1-5-2016 y también que el volumen de agua acumulado sería de 8.155 m3. Suponemos lógicamente que desde el primero de mayo no ha vuelto a llover en cantidades significativas. Las cifras como vemos empiezan a cuadrar.
Las fórmulas matemáticas insertadas en la imagen que acompaña este texto, son las que sirven para determinar tanto el coeficiente de agotamiento del manantial, como el volumen de agua que teóricamente es capaz de suministrar a lo largo del verano. También sirven para determinar el caudal que cabe esperar al finalizar la época de lluvias; aunque este no se midió.
LAS ENSEÑANZAS
Lo que quiero decir con todo esto, no es que sepamos con certeza el volumen de agua que será el que en definitiva vaya soltando a lo largo de los meses de sequía el manantial. Lo que quiero decir es que cualquier problema de índole física; hay que abordarlo desde las matemáticas. A medida que los datos matemáticos se vayan acercando a la realidad mejor conoceremos la situación. En este ejemplo muchos de los datos matemáticos son aproximados. Habría que hacer muchas mas medidas para ir asegurando la fiabilidad de los números que manejamos; pero está claro que este es el camino. Medir con cuidado, comprobar las medidas, calcular y analizar los resultados. Es en definitiva abordar el problema desde una perspectiva racional.
Lo que no es aceptable es partir de una serie de supuestos basados en creencias mas o menos antiguas y mas o menos arraigadas, que son radicalmente contrarias a lo que se explica en cualquier centro de enseñanza del mundo desarrollado. Entre estas creencias está la de suponer que los manantiales son el extremo final de una larguísima conducción de agua subterránea que viene de no se cuantos metros o kilómetros. El manantial es simplemente el punto de convergencia de infinidad de hilos de agua que no todos tienen que ser continuos y que parten de muy diversos puntos. Estos hilos de agua (líneas de corriente), siguen unos trazados muy dispares y eventualmente se pueden cruzar y o separar antes de converger finalmente en el punto de salida esto es en la fuente. Si en nuestro afán de buscar el “manantial perdido” llevamos una máquina que realice una serie de zanjas mas o menos profundas en el entorno de la fuente (lo que a muchos podría parecer lógico);lo único que a lo peor se podría conseguir es que la fuente desapareciese para siempre. El agua que año tras año se acumula en el terreno en época de lluvias busca su salida al exterior por múltiples cauces y si distorsionamos el terreno del entorno de un manantial este puede desaparecer sin que se pueda recuperar aun cuando las precipitaciones vuelvan a ser iguales o superiores a las existentes cuando la fuente manaba con regularidad y abundancia.
Las cifras obtenidas podrían ser útiles por ejemplo para realizar una planificación del riego con este manantial. Si se confirma que la cifra de 8.000 m3 de agua es la que cabe esperar que en un verano normal nos suministre ese manantial ya tenemos un dato muy concreto para planificar por ejemplo un pequeño depósito de almacenamiento, similar a otros muchos que existen en la zona. Por otra parte y siempre de la mano de las matemáticas y a partir de medidas que sean lo mas rigurosas posible podemos intentar calcular el agua que en los meses mas húmedos del año podríamos retener en ese hipotético depósito para el riego. En una palabra que la filosofía de trabajo racional es siempre la misma. Medir y calcular,…pero nunca intentar adivinar por medio de la “ciencia infusa”. Por ultimo aclaro que el hecho de que durante algunos años la fuente desapareciese ha de ser atribuido única y exclusivamente a que durante esos años las precipitaciones fueron inferiores a la media. Los acuíferos como los depósitos de agua han de ser recargados para evitar que se agoten.
Bembibre, 12 de agosto de 2.016
Rogelio Meléndez Tercero