Los tres tenores

Astorga cuenta con tres personajes conocidos por la ciudadanía en general no sólo por sus trabajos profesionales, sino también por su inclinación a todo aquello que tenga que ver con la vida social, el entendimiento propio de lo que es el poder para ellos y la representación del mismo. Es, como si de una tragicomedia se tratara o tratase que lleva casi 30 años desarrollándose entre las casas, cafés y restaurantes de la ciudad amurallada. En constante intriga y conspiración en la que enzarzan temporalmente a algunos incautos pero que, con el paso de los años, se evidencia que cada vez están más solos y concentrados en su espiral casi de obsesión enfermiza.

El poder, el poder…¿Pero qué se pensarán ellos que es el poder en Astorga?¿Presidir un partido político, gobernar en la Semana Santa, tener presencia y mando en el Consistorio, procesionar y desfilar entre las autoridades…?Porque lo que nunca han conseguido, y mira que lo intentan, es volver al status quo pero a la inversa que se vivió con otro alcalde en el Ayuntamiento. Primero el malo malote era Juanjo, luego Victorina, y ahora Arsenio. La culpa de sus males siempre es de otro.

Parecen un grupo multiempresarial y sectorial, pero tienen un capo en semirretirada expectante, un líder espiritual que regresa en libertad condicional, una serie de miembros interrelacionados donde antes había confianza y ahora solo se espera el hundimiento de la chalupa, antes yate, para saltar a tierra firme. No llegarán a la tierra prometida. Pero no por que no hayan disfrutado de ella, que lo hicieron 20 años, sino porque ese viaje ya terminó y se han quedado como estatuas de sal perdidos en el tiempo, en uno de los bucles de agujeros negros que nos explica la Física cuántica. 

En otros organismos, asociaciones e instituciones ya les han abandonado. Se aferran a cinco centímetros de tarima pública para parecer, como el mago Andreu, con una gran medalla autoimpuesta pareciendo ser lo que no son, y contar con un apoyo que no tienen. Es más, de tanto jugar al perro del hortelano, ya saben, el que ni deja comer ni come, hasta los suyos les dan la espalda sino es con faltar a la verdad y narrar chismes de bar que solo se creen ellos.

Esta semana tuvimos una prueba más de esa forma de actuar. Siempre el mismo método: sin decir nada durante meses, pensar y requetepensar desde el ego superlativo, agitar al escuálido grupo con consignas erróneas e intentar hacer daño al supuesto amigo, partido o empresa del alma. Y conseguir finalmente, llevarse algo de carne, de botín entre las uñas para poder seguir con su fantasía de parecer ser unos meses más ante los que no los conocen de verdad. 

Son tres, que como los verdaderos tres tenores, nos han brindado dos actuaciones en menos de una semana en Astorga.