Que la vida es un circo, una representación en la que cada uno juega su papel es una gran realidad. La mentira, instalada como espectáculo para convencer al público ha venido para quedarse. Se gobierna a golpe de salvar el día a día, dejando satisfechos al penitente de turno o al ave de rapiña que sobrevuela cualquier atisbo de poder. El caso es salir airosos de la situación por muy cuesta arriba que esta se presente. La política, la vida en particular y en general equivale a un teatrillo donde la representación adquiere tintes de verdad y mientras la propia la verdad muere víctima del guión o la improvisación.
Lo que poca gente sabe, y cada vez menos, es que la verdad es fundamental para que exista libertad puesto que la mentira acaba haciendo esclavos de otra mayor y otra y otra…Al final, una legislatura puede resultar un fiasco si no has cimentado con realidades tus acciones, lo mismo que una experiencia vital irreal muestra su auténtico rostro de horror en el momento supremo de la muerte.
Mucho nos tememos que damos por supuesto el terreno o la voluntad conquistada. El voto a lo prometido es fácil de conseguir, pero si la promesa no se cumple es casi imposible recuperar la confianza traicionada. Es por ello que prometer, jugar con los sentimientos de los demás resulta rentable a corto plazo. En el fondo, el cortoplacismo precisamente se ha impuesto como forma de actitud general, y no sólo en la clá política.
Al currela sin formación, tres cuartos de lo mismo le da llenar la ciudad de carteles anunciando lo que le pidan, en este caso un circo -mañana puede ser un candidato- sin percatarse de que para ello no sólo ha pisoteado las plantas que adornan la rotonda sino que confunde bruscamente un mástil de bandera, nada más y nada menos, con una farola cualquiera. Pero ¿qué mas da una bandera? Vivimos en tiempos en que las banderas son trapos sin sentido, porque la mentira y la urgencia así lo dictan. Da igual que se haya vertido sangre de generaciones por ella, que simbolice a toda una región y a sus habitantes. Nadie ve la falta de educación, ni tan si quiera un insulto. Nadie ve nada porque andan a lo suyo, al día a día incómodo, ni policía, ni operarios, ni vecinos…Todo vale, al fin y al cabo es un circo…