Aunque algunos de los imputados, de cuyo nombre en Astorga ya nadie quiere acordarse, aunque sean paisanos y hombres dedicados al comercio del tubérculo, lo cierto es que los cuatro concejales, uno de ellos alcalde, Arsenio García Fuertes, de la pasada legislatura y que tuvieron que padecer durante tres años el peso de la acusación de un delito inexistente, lo cierto es que los «papeles» por los que se archiva el caso por la tercera jueza a la que derivó el expediente, se desprende una «velada crítica y excesivo celo con el que actuó la policía judicial con los presuntos acusados». La jueza del número 2 de Astorga ese día terminó su jornada laboral de 8 a 15 horas y con media España siguiendo por televisión los hechos e intervenciones en los ayuntamientos implicados, ella se fue a su casa en León, dejando a los cuatro astorganos y otros en las dependencias de la Comisaría de la Policía Nacional donde pasaron una noche «de nervios y humillación», nos apuntan. Como esperpéntica fue la actitud de llamar a algunos informadores gráficos para que se viese el registro en la casa del alcalde donde sólo se hallaron libros y elementos de recreaciones históricas. Nada de bolsas de dinero o papeles comprometedores.
Así mismo, las cinco veces que el fiscal del caso solicitó el archivo de la causa al no hallar indicios delictivos ni contra los trabajadores municipales, ni contra sus políticos, fue desoído por la juez. Algo también que llama poderosamente la atención. Al final, la acusación particular, IU de Astorga, quedó como única parte que continuaba estirando el caso provocando un Pleno Extraordinario. Lógico es que los excompañeros del PP de Astorga soliciten encarecidamente una rectificación pública a IU Astorga.
Desde luego hace falta tener morro, y lo dice ahora. Es responsabilidad suya el haber abierto la causa, lo mismo que haber detectado ese exceso de celo policial.