“¿Por qué vamos a la concentración de los martes?”

Plataforma Ciudadana de Astorga por la Igualdad y Contra la Violencia

Seguramente, algunas personas piensen que ir a la plaza mayor a concentrarse cada vez que hay un asesinato es un acto que no va a acabar con la violencia machista. Seguramente, algunas personas piensen que no merece la pena sacar un momento de nuestro valioso tiempo para guardar un minuto de silencio por todas aquellas mujeres que han sido asesinadas por la violencia machista (y ya van más de setecientas desde que se lleva un recuento oficial). Seguramente, hay algunas personas que piensan que escuchar durante unos minutos un texto en contra de esos asesinatos o del machismo en general, es infructuoso puesto que las palabras se las lleva el viento. Seguramente, algunas personas piensan que acudir a una concentración y visibilizar y condenar una realidad tan terrible como la violencia machista es cosa de locos y locas, aunque como dice una compañera, también a las madres de la Plaza de Mayo las tacharon de locas.

Pero a pesar de lo que piensen todas esas personas, también hay otras que no opinan del mismo modo. Por eso vamos a las concentraciones, porque cada vez que vemos un rostro que no habíamos visto antes, sabemos que hay otra persona más que piensa diferente, sabemos que hay otra persona más que sacrifica unos minutos de su valioso tiempo para guardar un minuto de silencio, sabemos que hay otra persona más que  atraviesa la ciudad e incluso que se desplaza de algún pueblo para leer o escuchar un texto en contra de la violencia machista, y sobre todo, sabemos que hay otra persona más que está ALERTA; alerta para ver acciones violentas donde las demás personas no las ven; alerta para educar a sus hijos e hijas en igualdad; alerta para llamar a la policía cuando oye gritos en la calle y por la ventana comprueba que un hombre está golpeando a su pareja; alerta para exigir a sus gobiernos que trabajen activamente  en contra de la violencia de género y manifiesten su repulsa por los asesinatos que se cometen desgraciadamente casi todas las semanas; alerta para luchar por una sociedad donde reine la igualdad  y la no violencia como solución para todos los males que nos aquejan.

Los martes vamos a la concentración con dos esperanzas: la primera y más importante, la de no tener que volver a ir y cuando por desgracia nos asesinan esa primera, cazamos al vuelo la segunda porque tenemos por costumbre no rendirnos y entonces albergamos la esperanza de encontrarnos con un rostro nuevo. Cuando lo hacemos, sabemos que ya hay alguien más alerta y entonces aparece una tercera esperanza que es el germen de todas, la de que un día vivamos en paz e igualdad.

 

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