Inmigrantes con vocación monacal

La población extranjera mantiene vivo el relevo generacional en las órdenes religiosas de clausura de la Comunidad. No obstante, en la Diócesis de Astorga y en la de León todavía es testimonial
Cinco monjas mejicanas, en el convento de las Claras de Carrion de los Condes (Brágimo)

 

ICAL La progresiva caída de las vocaciones ha hecho mella en las numerosas órdenes monacales que aún se mantienen activas en la Comunidad y alguna de ellas se sostienen con el apoyo de la llegada de población extranjera. Incluso, en algunos casos, el número de monjas inmigrantes procedentes de otros países supera al de las nacionales. En los cerca de 160 recintos de clausura femeninos de las once diócesis de Castilla y León se va notando la proporción de hermanas extranjeras, mientras que en las poco más de una quincena de comunidades de vida contemplativa de hombres, los pobladores extranjeros apenas son perceptibles. En cualquier caso, intramuros la vida religiosa está garantizada durante varios años, dado que entre sus nuevos moradores la media de edad es joven.

Los ejemplos de cenobios donde la progresiva presencia de residentes de otros países ya supera a los nacionales aún son escasos. El más significativo se da en las Carmelitas Descalzas de Carrión de los Condes (Palencia), que cuentan con diez hermanas peruanas de 22 a 56 años, y tan solo dos nacionales de 82 y 70 años. Sor Lourdes, con 15 años en el monasterio, explica el proceso de integración: “Las tres primeras monjas peruanas nos adaptamos muy bien aunque costase un poco. Nos ayudaron las nueve españolas, pero ya fallecieron siete. Hace cuatro años llegó otro grupo de cuatro hermanas más del Perú y hace dos años las tres restantes, que aún son postulantes”, afirma.

En contraste, todavía hay excepciones en la caída de residentes, como la que presenta el monasterio de mayor población de la Comunidad y además estable. Se trata de Las Clarisas en la localidad salmantina de Cantalapiedra, con 53 residentes. Según explica la madre superiora, sor María Ángel, el “éxito” del convento, que no llega a los cien años desde su fundación, hay que atribuirlo al Señor: “Él es quien nos trae y quien llama a su servicio a quienes deciden formar parte de nuestra orden”. En los años 60 el cenobio llegó a albergar a más de 80 religiosas y la superiora confiesa que, pese a la crisis de vocaciones, “por la falta de fe en la sociedad”, según apunta, desde el año 2000 han experimentado un aumento de los ingresos, una noticia que celebra “con satisfacción”.

Otro caso de savia religiosa nueva se inició hace doce años con la llegada de las dos primeras monjas filipinas a las Canónigas Regulares de San Agustín de Palencia. Ahora suman nueve y ya son mayoría, conviviendo con otras siete españolas. Su presencia garantiza el relevo en el convento con una edad media de edad de poco más de 30 años. La hermana filipina Susana Ugay asegura que la convivencia y la integración “es muy buena” con la comunidad nacional y, pese a ello, reconoce que el idioma fue una dificultad al principio, “junto a los rigurosos y gélidos inviernos palentinos”, echando de menos hábitos de su país como acompañar las comidas con arroz.

Relevo generacional palpable

El relevo generacional es palpable en los monasterios existentes en la diócesis de Ávila, Palencia y Soria y se está produciendo gracias al ingreso de población extranjera. Así lo reconoce el vicario para los Institutos de Vida Consagrada de Ávila, Juan Navarro, que tilda la situación de “pobre y envejecida”. En su Diócesis hay censadas un total de 155 monjas españolas cuya media de edad se sitúa en los 68 años y, en cuanto a las hermanas procedentes de otros países, 54 en total -la cifra más alta en proporción de Castilla y León- hay diez menores de 30 años y el resto tienen, a lo sumo, 40 años. “Las nuevas vocaciones, en su mayoría de fuera de Ávila y de España, son las que permiten que los conventos de clausura pervivan al llegar residentes muy jóvenes”, indica Navarro.

El aumento en la presencia de vocaciones extranjeras hace que estas ya sean mayoría en varios conventos palentinos como el de las Carmelitas Descalzas de Carrión con diez monjas peruanas y dos españolas. Entre las Agustinas, también de Carrión, hay mayoría de Perú, tres de cinco, y, finalmente, en el monasterio de Santa Clara de la villa jacobea residen seis monjas de Méjico que comparten vocación con otras siete españolas. Significativo es el caso de las Agustinas Canónigas de la capital que cuenta con nueve monjas filipinas menores de 40 años, sobre un total de 16, y en el lado opuesto, en San Andrés de Arroyo las 25 monjas cistercienses de avanzada edad conviven con dos indias. En el caso de los hombres, todos son nacionales en el convento de La Trapa en Dueñas.

Mientras tanto, en la Diócesis de Osma-Soria también se reconoce la caída de vocaciones por la progresiva secularización de la sociedad y las personas residentes de los cenobios que no son españolas provienen en su mayor parte de Latinoamérica, sobre todo de Perú y México, y de África. Esta población ha contribuido a revitalizar algunos conventos y monasterios que, de otra forma, se hubieran visto abocados al cierre. Tan solo hay un cenobio de monjes, el que se ubica en Santa María de Huerta, de la orden cisterciense, junto a otros cinco monasterios más de religiosas en la capital, Ágreda, Berlanga de Duero, Medinaceli, y Burgo de Osma.

Envejecimiento preocupante

Las Diócesis de Salamanca y Zamora se caracterizan por un acusado envejecimiento de su población religiosa que aún no lleva aparejada una presencia notable de residentes de otros países. En el caso de Salamanca hay un total de 24 conventos de clausura, 23 de ellos de religiosas y uno -el de los Padres Carmelitas de Las Batuecas- con doce hermanos nacionales. En total, se estima que el número de monjas llega a las 300 y la media de edad se sitúa por encima de los 75 años. En cuanto a la proporción de extranjeras, no llega al diez por ciento del total y proceden sobre todo de Latinoamérica y África, aunque también de Asia. La media de edad de la población inmigrante desciende por debajo de los 50 años y estas monjas extranjeras comenzaron a llegar hace 20 años. En cuanto a los cuatro monasterios adscritos a la diócesis salmantina de Ciudad Rodrigo, también es escasa la ocupación por parte de religiosas procedentes de otros países.

La avanzada edad en los cenobios es notable también en la diócesis de Zamora, donde en total hay 183 monjas de clausura -con una media de 70 años- en 16 comunidades adscritas a ocho órdenes. Mientras tanto, hay 24 monjes repartidos entre seis congregaciones, y en este caso no se garantiza el relevo generacional con residentes extranjeros. En cuanto a las religiosas, estas son originarias de Costa Rica, Brasil, Perú, Colombia, Bolivia, El Salvador y África. Según fuentes del Obispado, las hermanas de procedencia sudamericana presentan una buena capacidad de adaptación, “favorecida por las similitudes culturales y lingüísticas, especialmente del camino neocatecumenal, mientras que las que vienen de la India y del continente africano se adaptan con más dificultad”.

En León y Astorga, la presencia de población religiosa de clausura inmigrante es aún testimonial

Los casos donde la presencia de población religiosa de clausura inmigrante es aún muy testimonial se dan de forma concreta en León, Astorga y Segovia. En total hay diez comunidades de clausura de León, todas ellas femeninas, dos menos que en el año 2005 y, desde esa fecha, el número de religiosas ha pasado de 210 a 138 integrantes, con un incremento de la edad media hasta superar los 68 años. Desde la Delegación para los Institutos de Vida Consagrada se detalla que actualmente son siete las extranjeras integradas en comunidades monacales, cuatro de ellas de la India, dos mexicanas y una colombiana, siendo su edad media de 48 años.

Lo mismo ocurre en la Diócesis de Astorga, que reúne en su amplio territorio de influencia que abarca la comarca de El Bierzo, con una decena de monasterios de clausura, nueve femeninos y uno masculino. En los últimos nueve años ha disminuido el número de residentes y actualmente se contabilizan 112. Entre las monjas solo tres son extranjeras, en concreto procedentes de Kenia, de las cuales dos viven en Astorga y otra más en la localidad de Villafranca del Bierzo.

Por su parte, en la Diócesis de Segovia los cenobios han sufrido en los últimos años una progresiva caída de las vocaciones, llegando paulatinamente población extranjera aunque todavía en un mínimo porcentaje, con 22 residentes de diversa procedencia aunque la mayor parte vienen de la India. Sus edades oscilan entre los 21 y los 38 años, aunque también hay alguna monja foránea de 60 años. En tierras segovianas se contabilizan un total de 14 comunidades de religiosas de vida contemplativa con 113 residentes, frente al censo de 178 que había hace ocho años, mientras solo hay una de hombres, la de los Jerónimos, con once monjes.

Las monjas indias de Kerala

En Valladolid -con todos sus conventos de clausura femeninos- la falta de vocaciones ha ido incorporando población extranjera, que representan en torno a un 25 por ciento del censo total. Una buena parte de las hermanas inmigrantes -un 40 por ciento- procede de Kerala, un estado federal situado en el suroeste de la India conocido por su gran tradición católica. Además, un 30 por ciento son hispanoamericanas de México, Brasil, Perú, Colombia, Argentina y Puerto Rico; un 25 por ciento de África, sobre todo de Kenia; y otro cinco por ciento de Filipinas.

En total hay 27 monasterios vallisoletanos con 355 monjas de clausura en diez órdenes distintas. El delegado de Religiosas de Vida Contemplativa del Arzobispado, Julio Alberto de Pablos, cifra la media de edad de las residentes nacionales en 65 años, frente a los 35 años de las extranjeras. “El relevo generacional está totalmente garantizado. No se ha cerrado ningún monasterio por falta de vocaciones, aunque sí alguno por problemas de habitabilidad. En un convento hay solo cinco hermanas, frente al más poblado con 50 que es el de las dominicas de Olmedo”, apunta.

Burgos, la más poblada

La población religiosa de clausura más alta de la Comunidad -tanto en mujeres como en hombres- se encuentra en la diócesis de Burgos, donde convive un total de 435 monjas de clausura profesas, 59 religiosas con votos temporales y 130 postulantes. En cuanto a los monjes, se estima la cifra en 76, de los cuales 34 son sacerdotes. Sin un censo elaborado acerca del origen de buena parte de los residentes extranjeros, aún es masiva la presencia de religiosos y religiosas nacionales.

Entre los foráneos hay casos llamativos en cuanto al origen de algunos de ellos como ocurre con la madre superiora del convento de Las Clarisas de Burgos capital, que dejó su India natal para abrazar la fe cristina y dirigir las vocaciones del resto de la congregación, junto a las religiosas oriundas de Perú que viven desde hace años en el Monasterio de Las Huelgas Reales, también en la capital. Según los datos facilitados por la Diócesis -que afirma no contar con un censo completo- las nacionalidades de la población inmigrante más comunes son la peruana, filipina y africana, y la cifra de vocaciones extranjeras no es alta respecto a las nacionales.

 

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