Gersul, más allá de Cataluña

La condena a los sediciosos catalanes es un mantra que lo cubre todo. Los medios audiovisuales muestran continuamente las escenas de ocupaciones de calles, plazas, aeropuertos, estaciones de metro y de ferrocarril, autopistas y carreteras por cabreados ciudadanos independentistas que protestan por la decisión judicial. Cien años de cárcel para los principales implicados, todos ellos políticos. Todos condenados por sus hechos, no por sus ideas. En esta España democrática de alma helada machadiana no se persigue a nadie por sus ideas. Sólo por saltarse la Ley. La sentencia no es la solución, así que la gran pregunta es ¿y ahora qué? La respuesta es clara. Es la hora de la política.

En fin, la vida sigue en León. Mirando, eso sí, de reojo hacia Cataluña. Con la respiración entrecortada. Y hay decisiones tomadas en León que preocupan. Como, por ejemplo, el aviso lanzado a navegantes por parte del presidente de la Diputación, el socialista Eduardo Morán, de que la solución a la quiebra/escándalo de Gersul pasa por una subida de las tasas a los usuarios. Al final, lo de siempre, que paguen los ciudadanos los descalabros y la evidente mala gestión de los políticos.

Gersul –entidad que gestiona la recogida y tratamiento de basuras de la provincia- ha sido un despropósito de gestión en los últimos veinte años. La deuda supera ya los 20 millones de euros y puede crecer hasta los 30 millones si, al final, han de pagarse indemnizaciones a la empresa privada que lo gestionaba. Hay miles de recibos sin cobrar. Otros miles de morosos perseguidos. Y muchos más recibos sin expedir. Un caos. Un desastre. Una ruina. ¿Y de quién es la culpa? Ah, el corporativismo político. Líderes de PP y PSOE se ponen de perfil y como la deuda hay que pagarla, pues que la pague el ciudadano con un incremento de tasas. ¿Y las responsabilidades políticas? En la anterior legislatura el diputado de Ciudadanos Juan Carlos Fernández insistió hasta la saciedad y predicó en el desierto este desastre. Denunció mala gestión, dimitió del consejo rector como medida de presión, pero no consiguió nada. Ahora, PP y PSOE se ponen de acuerdo para tratar de enterrar este escándalo, cuyas consecuencias se las van a achacar a las espaldas de la única parte indefensa: el ciudadano.

Si alguna vez ha estado justificada una comisión de investigación es ésta: Gersul. El monstruo del bipartidismo. El novato presidente de la Diputación, Morán, debería de poner en práctica la honestidad que predica y actuar con absoluta trasparencia en el caso Gersul, caiga quien caiga. ¿Cómo que no hay responsables del despilfarro de decenas de millones de euros? Morán ha recibido esta envenenada herencia del anterior presidente, el popular Martínez Majo, ahora refugiado y a salvo políticamente en la Delegación de la Junta. Pues que se levanten todas las alfombras y se abran las ventanas. Todo menos volver a hacer pagano al ciudadano.

La UPL es la llave de la gobernabilidad de la Diputación y su diputado y ahora vicepresidente, Matías Llorente, viejo y veterano zorro político y buen conocedor a la perfección tanto de la maquinaria funcionarial y de toma de decisiones políticas como las cloacas del Palacio de los Guzmanes, debe actuar en consecuencia, con independencia y responsabilidad.

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