Testimonio

Gema Castillo: «En África el papel de la mujer es muy importante y siguen siendo minusvaloradas»

Manos Unidas comienza su 60ª campaña solidaria titulada 'Creemos en la igualdad y la dignidad de las personas' y la misionera comparte su experiencia

Manos Unidas inicia este domingo 10 de febrero su 60ª campaña anual que este año lleva por título ‘Creemos en la igualdad y en la dignidad de las personas’. Para comprender la situación de millones de mujeres en el mundo, la delegación de Astorga pone a disposición de los escolares y vecinos de la diócesis la voz de Mª Gema Castillo Mínguez, misionera mercedaria que ha sido educadora durante nueve años en República Democrática del Congo y ha trabajado en educación y acogida infantil en México durante seis años. En la actualidad trabaja en un centro de inmigrantes en Madrid, pero reconoce que quiere volver al Congo, «el primer sentimiento al pisar África es salir corriendo, pero si te quedas engancha».

Gema Castillo ha sido educadora en una escuela para niñas y jóvenes en Likasi (República Democrática del Congo), porque allí el Gobierno estatal no financia la educación. «Allí el Gobierno no paga nada, se ha desentendido de la eduación y de la sanidad. Por ello, hace unos años, los padres se unieron y aunque no tuvieran para comer, acordaron dar un poco de dinero para pagar una parte del salario de los profesores. Es por ello que si las familias tienen varios hijos, la prioridad de la escolarización es para los varones. Nosotros en la escuela damos prioridad a las mujeres en enseñanza Secundaria y Bachiller», cuenta. Rememora lo importante que ha sido para ella estar con sus alumnas y poder enseñarles todos los valores y todo su potencial, «en África el papel de la mujer es muy importante y siguen siendo minusvaloradas».

En los últimos días, la misionera mercedaria ha visitado algunos colegios de la diócesis. A los alumnos les cuenta cómo es un día en la vida de alguna de sus alumnas. «Se levantan a las 5 de la mañana para ir a por agua que luego llevan a sus familias. La utilizan para lavarse y siempre van muy limpios, aunque lleven la misma ropa los cinco días al colegio. Si tienen algo de té, hierven agua para beber. Sin haber comido nada, las chicas caminas una hora y media o dos horas hasta llegar a la escuela. Siete horas de clase y al finalizar regresan a sus casas. Muchas familias se reúnen a las seis de la tarde para ingerir la única comida que prueban en todo el día», relata Gema Castillo.

Con esta historia, trata de recordar lo afortunados que somos «por el simple hecho de haber nacido aquí». La misionera tiene claro que «quién educa a una niña educa a toda una nación». Explica que algunas mujeres terminan el colegio en torno a los 21 años. «A veces no tienen dinero para pagar la escuela y lo tienen que dejar algunos años para después retomarlo», recuerda. Esas mujeres que terminan la escuela después de los 20 años se casan más tarde, tienen menos hijos y buscan que también se eduquen como ellas.

República Democrática del Congo guarda el 80% de las reservas mundiales de coltán, un mineral que se utiliza para la fabricación de los teléfonos móviles. «El país más rico del mundo es el segundo con la población más pobre del mundo», explica Gema. Ella no ha tenido que vivir en la zona de guerra que cada año golpea a este país en el corazón del continente africano. «Una vez nos llegó una chica, había caminado los 2.000 kilómetros que separan su pueblo natal de Likasi. Los militares habían arrasado su pueblo, ella había sido violada y había dado luz por el camino. Las mujeres viven en constante inseguridad», relata con tristeza Gema Castillo.

A continuación, recuerda la escuela de Likasi, un centro educativo que gracias a las campañas de Manos Unidas ha logrado recientemente un pabellón para tener a las alumnas en condiciones apropiadas con mesas y sillas para su escolarización. «Gracias a Manos Unidas, en nuestro colegio no solo damos educación sino que damos dignidad. Tenemos mil alumnas y si quisiéramos tendríamos más. He tenido hasta 70 alumnas en una sola clase», explica. En este momento les gustaría poder construir de cara al futuro una escuela primaria.

«A mí el Congo me ha ayudado a valorar más lo que tenemos. Me llamó mucho la atención que cada mañana daban gracias por la vida, por haber amanecido. No piden, agradecen. Con las enfermedades, el hambre y la guerra, no se da por supuesto que uno va a amanecer. Son admirables, que a pesar de todo, dan mucha importancia a la educación y a la limpieza», finaliza.

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