En abril aguas y mítines mil

Ahora que por fin había llegado la primavera a los grandes almacenes resulta que tenemos que sacar del armario otra vez los jerséis de lana y las bufandas. Qué poco dura la alegría en casa del pobre y las temperaturas suaves en el Bierzo. Pero como no hay mal que por bien no venga, parece que este mes de abril nos esperan aguas mil, siguiendo el refranero español. ¡Y ya puede! Lo lamento muchísimo por los costaleros, que ya me los estoy imaginando consternados y entristecidos por no poder sacar en procesión a las imágenes, pero es que como no llueva vamos a tener que dedicarnos esta Semana Santa a embotellar la limonada, por lo que pueda pasar en agosto que el pantano está bajo mínimos. Y el embotellamiento tampoco lo vamos a tener fácil. Tendrá que ser amateur después de que echase el cierre la fábrica de Folgoso de la Ribera.

Lo que yo quería decir, que me voy por los cerros de Úbeda, es que los dichos populares están muy bien y dan mucho juego a las modificaciones puntuales. Por ejemplo, este año bien podríamos decir que en abril mítines mil, que lo de la lluvia lo vamos a dejar un poco en entredicho porque es una predicción de la Agencia Estatal de Meteorología y falla más que una escopeta de feria. El caso es que llevamos semanas en precampaña desde que se anunciara la anticipación de las generales por parte de Pedro Sánchez, y meses para las municipales que ya tenían fecha desde 2015. Las agendas se empiezan a apretar, para los políticos que no dan abasto con tanto mensaje positivo que difundir, para los periodistas que andamos como pollo sin cabeza de un balance político o una propuesta de ciudad a la presentación de otro candidato y para los ciudadanos que reciben el bombardeo de unos y otros. Con todo esto quiero trasladaros, lectores míos, un afectuoso saludo y no penséis que he abandonado Del verbo discutir si no escribo alguna semana, simplemente apiadáos de mi porque lo mismo es que me llegan el agua y los mítines al cuello.

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