El privilegio del patrón Santiago de Palaciosmil

Durante la Edad Media la iglesia favoreció a algunos lugares con ciertos privilegios, como el derecho de asilo o el de poder ganar indulgencias por intercesión de imágenes religiosas elegidas con el fin de estimular las peregrinaciones
La antigua imagen de El Santiaguín peregrino custodiada en la iglesia de Palaciosmil gozó de un gran prestigio y veneración

Fran Martínez Álvarez / BBC

Cuando en el año 813 el obispo Teodomiro descubrió la sepultura del Apóstol Santiago comenzó un flujo de peregrinos que de los más cercanos y alejados lugares acudían a visitar su tumba en Compostela. Pero, ante las dificultades que en plena invasión árabe presentaba el camino, fueron resurgiendo rutas y recintos privilegiados que ofrecieron seguridad a los caminantes siendo uno de ellos Palaciosmil.

Ciertamente, fue este recóndito enclave asentado en pleno remanso de paz, un pueblo cargado de privilegios tanto civiles como eclesiásticos, figurando en la documentación más antigua un coto especial que se describe con todo detalle en el Tumbo Negro astorgano, señalando que era propiedad del obispo de Astorga desde antes del Rey Alfonso V (999-1028) y el obispo don Jimeno (992-1028), que estaba señalado con una cadena y se ponían hombres para guardarlo. Y quien se acogiera a él, quedaba custodiado gozando de total inmunidad, pero quien lo quebrantara, tenía que satisfacer al prelado 100 libras de oro como pena por su infracción.

Varios decenios más tarde, ya en tiempos del obispo don Osmundo (1082-1098), se vuelve a tener noticia de este coto, cuando un hombre llamado Sancho Citiz quebrantó sus términos y, aunque se adentró en él para sacar de allí su propia yegua, reconociendo su falta, tuvo que acatar una sentencia judicial y satisfacer una pena de 50 sueldos de plata.

De igual forma, figuraba dicha propiedad, tan extensa como privilegiada, apeada con un detallado amojonamiento y deslinde, con medidas y nombres toponímicos que han perdurado algunos hasta nuestros días como: El Camino de La Navia o Carrera Asturiana, El Pelegrín, La Peña de Pajares, La Encrucijada, Xexemena, El Cabuerco del Calabozo y otros relacionados con Las Asturias y La Gallaecia.

Bien cierto es que tuvo esta población un estrecho vínculo con Galicia, figurando durante algún tiempo como jurisdicción perteneciente al Arcedianato de Ribas del Sil; un privilegiado territorio asentado en la Ribera Sacra, colmado de monasterios benedictinos y abadías que ofrecieron también refugio a incontables peregrinos y cristianos, especialmente leoneses, perseguidos por la aniquiladora espada musulmana.

La Orden Benedictina de Cluny, creando una sólida red de monasterios y prioratos, fue una de las principales promotoras de las peregrinaciones a Compostela, apoyada por los reyes leoneses Fernando I y Alfonso VI, quien garantizó: que una mujer enjoyada pudiera viajar por cualquier camino del Reino sin sufrir daño alguno.

Aquel intenso movimiento se manifestó y perduró también en algunos pueblos cepedanos, figurando tanto en Castro como en Ferreras ciertas propiedades eclesiásticas denominadas del Monje Cluny, asentadas a la vera de un primitivo camino que casi en línea recta comunicaba la ciudad de León con el Bierzo reflejando también ciertas referencias toponímicas como: el Puente Juliano de Orbego, Vilar de Olas, el Priorato de Sancto Pelaio o el Cerexal de Tormor ya en tierras bercianas.

Curiosamente, apenas una centuria más tarde, en el año 1192 llegan los Hospitalarios de san Juan de Jerusalén a estos mismos lugares que tanto interés les ofrecían, haciéndose cargo del perfecto funcionamiento del camino jacobeo, fundando en Villameca su propio Monasterio de San Bartolomé junto con puentes y hospitales, pero de manera especial una cofradía que con el nombre de Santa María Magdalena y, con cofrades cepedanos, se harían cargo de atender las necesidades de los peregrinos en sus propias casas, quedando también testimonio en fidedignos legajos notariales referidos a gentes de Riofrío, Castro y Quintana de Cepeda que con el distintivo de freires de san Juan dejaron información de tan memorable pasado.

Primitiva iglesia de Santiago de Palaciosmil

Pero se hace necesario volver los ojos al protagonista Palaciosmil y su favorecida iglesia; asentada al borde de un generoso arroyuelo y protegida por un recinto fortificado, se erguía majestuosa y arcaica la denominada iglesia de Sancti Iacobi de Palacio Miro; en ella se albergaba presidiendo el templo la impactante imagen de Santiago Peregrino que por su considerable tamaño era conocida como El Santiagón y era venerado cada 25 de julio, celebrando al lado de la Fuente del Patrón una importante y reconocida romería con asistencia de toda la comarca.

Por otra parte, era en la parte trasera justo a la entrada de la iglesia, donde se alojaba la imagen de El Santiaguín, el cual gozaba de cierto privilegio de indulgencia o perdonanza a los peregrinos de cualquier clase o razón que, imposibilitados de concluir la ruta jacobea, se postraran frente a su imagen. Por tal buen motivo, se celebraba cada 30 de diciembre la festividad de la Traslación del cuerpo del Apóstol, recordando en ella la leyenda que en un cuadro ilustrativo del templo mostraba el milagro de los bueyes y la conversión de la Reina doña Lupa.

El testimonio de tan memorables tiempos aún perdura en reconocidos museos y archivos parroquiales, pero también en envejecidos materiales reutilizados en la construcción de la nueva iglesia y otras dispersas por el pueblo, donde la madera, la piedra y el duro bronce aún reflejan detalles del pasado jacobeo, del distintivo símbolo de la dignidad arzobispal a la que perteneció el pueblo o la rústica inscripción pétrea que en forma de pedestal aún muestra el mensaje de: O DEI VERBUM. Fue este el primitivo himno perteneciente a la liturgia mozárabe que cantado en las vísperas del 30 de diciembre invocaba al Apóstol Santiago como patrón de España:

¡Oh Apóstol Santísimo y digno de alabanza,

cabeza refulgente y dorada de España,

defensor nuestro y patrono nacional

sé nuestra salvación celeste contra la peste

y aleja de nosotros toda enfermedad, llaga y maldad!

Las cuatro cruces teñidas de púrpura simbolizan las cuatro virtudes cardinales: justicia, prudencia, coraje y templanza, que debían acompañar al prelado
La madera, la piedra y el duro bronce muestran señales de aquel intenso pasado

Fueron verdaderamente tiempos de esplendor para esta población cepedana, aunque a veces se volvieran amargos como en el reinado de Felipe II, cuando para satisfacer las deudas ocasionadas por las innumerables guerras, se pusieron en venta varias jurisdicciones eclesiásticas, incluyendo la de Palaciosmil, que con sus 28 vecinos y vasallos fue vendida al noble hidalgo don Antonio Álvarez Escarpizo en la importante suma de 1.984.607,5 maravedís, incluyendo las alcabalas (un importante tributo que se pagaba por todas las compra-ventas y permutas).

Pero el mayor enemigo aún faltaba por llegar; su nombre sería Juan de Dios Álvarez Mendizabal y su “disparatada proeza”, poner en venta todos los bienes de las dos cofradías y obras pías santiagueñas que poseía esta villa, sin que el poderoso Patrón de España ni la justicia propia que protegía a sus moradores, con derecho de horca y cuchillo, pudieran detener la gesta que ocasionaría tan irreparable tragedia.

Desaparecida ermita de Palaciosmil y bastón de una de sus cofradías

A pesar de todo, la rueda del mundo ha seguido girando hasta nuestros días y los sabios cepedanos han elegido a Santiago como patrón de su comarca, celebrando cada 25 de julio una festividad por todo lo alto donde se ofrece a todo visitante un inolvidable día de convivencia y una mágica noche cargada de colorido, donde los fuegos de artificio fundiéndose en las aguas del embalse de Villameca y lanzados al cielo estrellado, forman imaginarias estelas luminosas que, a través de la Vía Láctea siguen lanzando misivas a Santiago de Campo Estela.

Tristemente, será este fatídico año 2020 el protagonista de suspender tal festividad, pero será a la vez el mágico y repetido número 20 que habla de unión y armonía y que simboliza la búsqueda de un nuevo camino, el que ofrezca la alternativa de acercarse a disfrutar del pueblo de Palaciosmil y refrescarse en su generosa Fuente del patrón Santiago, donde sus cristalinas aguas discurriendo entre verdes praderas y alamedas, aún parecen cantar la eterna melodía del himno santiagueño, y ya remansadas en la hondonada del valle, parecen reflejar con su espejo la torre campanil de la nueva iglesia que, como mirador privilegiado, se muestra orgullosa y altiva de celebrar las dos festividades de Santiago y custodiar como oro en paño sus dos imágenes de El Santiagón y El Santiaguín el cual, siguen procesionando a hombros sus agradecidos lugareños que, desde tiempo inmemorial, siguen gozando del distinguido apodo de santidades, motivo apropiado para despedir esta población, con el romance que en la antigua tradición oral rezaba así:

Distinguidas santidades

háganle la reverencia

al Santiaguín de Palacios

a la entrada de su iglesia.

Réplica del Santiagón albergado en su inconfundible iglesia de Palaciosmil

 

 

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Un comentario en “El privilegio del patrón Santiago de Palaciosmil

  1. Te felicito, Fran.
    Es un artículo interesantísimo y muy bien documentado.
    Es evidente la gran importancia que tuvieron esos lugares cepedanos, y, en concreto, la relevancia de Palaciosmil, en el peregrinaje a Santiago de Compostela.
    Ricardo Omaña

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