El Islam y la axiología

El atentado de Barcelona ha sido ocasión para que reapareciera en la redes el famoso discurso de Benedicto XVI en la Universidad de Ratisbona en 2006  y se hiciese notar su gran actualidad a pesar de los once años pasados. El discurso promovió una oleada de críticas acervas contra el Pontífice. Pero lo que dijo fue exactamente que lo que sigue.

En la doctrina del Islam Dios es absolutamente trascendente a toda categoría humana, y especialmente a la noción de verdad. No existe en el Islam la declaración terminante de San Juan Evangelista Dios es el Logos, quien asumió inmediatamente que el valor de la Verdad entre los griegos se identificaba con el Dios creador de los hebreos. Con la terminología latina usada por los medievales, digamos que Dios es visto a la vez como Ipsum Esse y como Ipsa Veritas.

Dicho en palabras más llanas. Para un cristiano, 2+2 = 4 es un pequeño destello de la Verdad suprema o en sí misma, que es Dios. Pequeño y lejano destello, pero genuino y auténtico. Dios no puede establecer que 2+2 sean 5, o 3,9, sin contradecirse a sí mismo. Más bien  esa modesta verdad matemática nos lleva a reconocer a Dios como fuente y origen de toda verdad.

En cambio, para un musulmán 2+2  son 4 porque así lo ha determinado Dios de hecho.  Pero está en su mano alterar esa verdad, si quisiese. Pues Dios está por encima de toda categoría, trasciende incluso de la verdad y la falsedad de la lógica o de la matemática. Decir que Dios no tiene poder para alterar esa sencilla verdad aritmética le sonaría a blasfemia.

En realidad, Benedicto XVI se limitó a la  referencia Dios es el Logos, donde Logos está por el Valor de la Verdad, tal como admitido por la filosofía griega y que San Juan incluyó en la Introducción a su Evangelio. Pero el razonamiento puede extenderse a todos los demás valores.  Solemos emplear las palabras Bien o Bondad para referirnos a los valores éticos. Son muchas las virtudes o conductas valiosas que solemos incluir en la expresión ser bueno.

Para el cristiano, la Bondad pertenece a Dios lo mismo que la Verdad. Unamuno lo expresó de modo admirable y conciso en su Diario Intimo, publicado mucho después de  su muerte. Ser bueno es hacerse divino, porque sólo Dios es bueno. En cambio, para el musulmán la Bondad vuelve a ser una categoría humana, que es trascendida y superada por la majestad de Dios. Dios es el poder absoluto que está por encima del bien y del mal, de la guerra y de la paz, de la justicia y la injusticia.

Esto explica que el fanatismo religioso llegue a un punto en que quien  mata a inocentes al grito de Alá es grande esté convencido de que hace  algo que agrada a Dios y además será premiado por ello. Está firmísimamente convencido de que ésa es la voluntad de Alá y que por tanto gana su aprobación. En su mentalidad, matar al infiel por el solo hecho de serlo está justificado. El mérito de los mártires cristianos, que se dejaron devorar por las fieras antes que renegar de su fe,  les parece inferior al mérito de los yihadistas que se inmolan con un cinturón de explosivos, llevándose por delante a cientos de víctimas. Nosotros no vemos mérito alguno en los segundos; si acaso en los primeros. Pero en la mentalidad del que grita Alá es grande, probablemente los segundos son más dignos de admiración que los primeros.

Aún nos queda el tercer ámbito de lo valioso, la Belleza, el Ipsum Pulchrum, Dios como fuente última de lo bello y digno de ser amado. Para el cristiano cualquier belleza,  como cualquier bondad o cualquier verdad, es también un destello de la divinidad. Descubre aquí un nuevo ámbito de los valores llamados estéticos, que no son obligatorios, pero enriquecen a la persona hasta el punto de encontrar en ellos lo que llamamos felicidad. Como recordaba Agustín en las reuniones de Casiciaco, nadie sabe en qué consiste la felicidad, pero todos se dan cuenta de que la  tienen, si por ventura llega a sus manos.

Este es un tema menos tratado, pues de hecho las culturas árabe e india, tan cercanas a la religión musulmana, han llegado a las mayores cimas del arte, en todas sus manifestaciones. Pero en el aspecto teórico Alá está tan por encima de lo bello y lo feo, como por encima del bien y del mal. Alá trasciende todas las categorías que se inventan los hombres, y también las obras de arte de que son capaces. Se comprende que esté prohibido a los artistas intentar siquiera dar una imagen de Alá. O que los talibanes destruyesen las grandiosas estatuas de Buda. Como se comprende también que el cristiano vea en la imagen de un padre de la tierra un reflejo, lejano pero auténtico, de Dios Creador. Para el cristiano  Dios es el manantial último de la Belleza, lo mismo que de la Verdad y la Bondad.

Si separamos la noción de Dios de estos grandes valores de la Verdad, la Bondad y la Belleza no queda más que la fuerza bruta del poder. Los ejemplos que más se aproximan al poderío absoluto de un Dios al margen o por encima de los valores son los de Calígula y Nerón en tiempos pasados, o Hitler y Stalin en época más reciente. Dios es poderío y sólo poderío. Un poder sin límite alguno pensable. Este es el peligroso significado del grito Alá es grande.

Obviamente  estamos simplificando al máximo, para extraer lo esencial. Basta el leer el Capítulo 35 del Tomo III de la obra de Mircea Eliade Historia de las Religiones para darse cuenta de ello. Pero con todo es una verdad indiscutible que el terrorismo yihadista tiene una raíz mucho más profunda y extensa que la que podemos encontrar en los terrorismos corrientes con meras motivaciones políticas o sociales. El terrorista yihadista oyó de niño a su imán la idea simplista  antes esbozada: una concepción de Dios que nada tiene que ver con los valores. Y conservará de por vida que eso es justamente lo que significa Alá es grande. No hay que asombrarse de que un imán pueda fanatizar fácilmente a una persona normal y sencilla, pero con esa idea equivocada siempre subyacente en su cabeza.

Los políticos e intelectuales de Occidente nunca debieran perder de vista que los musulmanes corrientes no rezan al mismo Dios que los cristianos. A efectos de unir teóricamente  la noción de Dios con los valores, todos los occidentales pensamos como los cristianos. Y el mayor peligro del terrorismo  ligado de un modo u otro al Islam consiste en que está inficionado de raíz por la idea equivocada de un Dios sólo poder y ajeno a los valores.

La conclusión es obvia. El terrorismo yihadista no puede ser combatido sólo con medidas policiales o leyes de seguridad ciudadana. Hace falta corregir, además y sobre todo, el error teórico de un Dios que está por encima del bien y del mal, de lo verdadero y lo falso, de lo bello y lo feo.

Y ésta es precisamente la tarea de la Axiología, vista como disciplina central de la filosofía en nuestros días. Digamos que la Axiología aspira a ocupar el puesto de honor que en otros tiempos  tuvo la Metafísica. Esto se hace incluso más urgente, y al mismo tiempo más factible, si recordamos que se ha formalizado la Lógica y gracias a ello tenemos ordenadores, con la revolución de nuestras vidas que lleva consigo. El mismo cálculo lógico que ha hecho posibles los asombrosos ordenadores permite también formalizar con todo rigor la frase del lenguaje ordinario Dios es el Logos.  Concretamente así

( + válido ↔ necesario + ) & ( – válido ↔ necesario – )

( + consistente ↔ posible + ) & ( – consistente ↔ posible – )

Me permito exhibir esta doble fórmula, no por jactancia estéril, sino para animar a la gente a estudiar Axiología, si de verdad quieren combatir el terrorismo yihadista en sus mismas raíces teóricas. Y también como desagravio a Benedicto XVI por las  injurias que recibió de parte de los ignorantes de la Lógica moderna.

 

Cfr. CIEN PREGUNTAS SOBRE EL ISLAM. Samir Khalil Samir,

Ediciones Encuentro. Madrid 2003

José María Méndez

Asociación Estudios de Axiología

axiologia@telefonica.net

www.axiologia.hol.es

 

Publicado en CUADERNOS DE ENCUENTRO Nº 131. Invierno 2017.

www.opinion-encuentros.org

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