El caso Flybyschool, uf

Gobierno, Junta, Diputación y Ayuntamiento, todas las instituciones públicas, han fracasado estrepitosamente en la respuesta a la llamada de auxilio de la escuela de pilotos Flybyschool, que, al final, se ve obligada a dejar la provincia de León y ensanchar sus horizontes en la de Burgos. Y lo que es peor, ninguna de estas instituciones va a verter ni una sola lágrima por esta nueva emigración forzosa empresarial. Nadie se va a poner de luto ni se va a rasgar las vestiduras. A nadie le interesa. Porque todos tienen una parte de responsabilidad. Han sido varios años de clamar en el desierto, de buscar una solución entre los ministerios de Fomento (Transporte) y de Defensa. De crear una mesa de diálogo en busca de soluciones técnicas. Sólo era cuestión de abaratar tasas y alquileres por el uso de un aeropuerto de uso combinado, es decir civil y militar. Pero no, no ha habido final feliz, a pesar de prometidos esfuerzos y de ¿presiones? de última hora del PSOE hacia su propio Gobierno.

Lo de Flybyschool es otro símbolo del fracaso colectivo leonés y de la ausencia de una regulación eficaz para hacer rentable el aeropuerto de León, donde, no se olvide, el Gobierno de Rodríguez Zapatero, invirtió centenares de millones de euros del erario público para ampliar la pista de despegue y aterrizaje  y las instalaciones sin que hasta ahora se haya visto su rentabilidad. Porque la maraña de entresijos competenciales entre Defensa y Fomento es tal que hace inviable el uso privado de unas instalaciones públicas, aunque eso sí, Diputación (el Consorcio) se gaste un dineral todos los años en mantener de forma artificial vuelos de vacaciones a diversos lugares de costa de España. León, sí, puede presumir de un aeropuerto moderno, pero infrautilizado y cuya mínima actividad y baja rentabilidad solo se mantiene mediante subvenciones públicas.

Ah, y no, nadie va a exigir responsabilidades políticas por este fracaso. Sólo la UPL podría hacerlo dentro del programa de coalición de gobierno en Diputación, pero no lo hará porque a los leonesistas les va bien encima de la chepa socialista, con un alcalde que enarbola la bandera del leonesismo y con un presidente de la Diputación que, por un lado, deja hacer a Matías Llorente (UPL) y, por el otro, él se convierte en el mascarón de proa de la lucha contra la madrastra de la Junta de Castilla y León. El eterno recurso de ocultar con una bandera, en este caso la de León, los fracasos y la ineptitud política. Muy de León. La culpa, como siempre, la tienen los demás, el eterno enemigo exterior. Si la escuela de pilotos en vez de irse a Burgos se hubiera mudado a Valladolid, la que se habría armado.

Pues tras la estela de la emigración forzosa de Flybyschool, ahora resulta que el presidente de la Diputación, Eduardo Morán, anunciaba ayer la reunión de la Mesa por el futuro de León a finales de este mes, probablemente en Ponferrada. Qué pena que no se hubiera reunido antes para debatir cómo se podía ayudar a la ya emigrada escuela de pilotos. Jolines, a León le pasa como a Felipe II, siempre envía sus barcos a luchar contra los elementos.

La Mesa por el futuro de León va a necesitar uno de esos milagrosos respiradores que, afortunadamente, ha dejado ya de ser imprescindibles para los cada vez menos leoneses que se contagian del coronavirus. ¿Servirán para reanimar a la comatosa Mesa? Lo dudo. La Mesa por el futuro de León ya ha sido desbordada por los acontecimientos, tristes y dolorosos acontecimientos. La marcha de la escuela de pilotos es otro claro síntoma de la debacle de la ineficacia administrativa y de la escasa capacidad de presión política de los gestores leoneses.

 

 

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