El arrebato de Herrera

 

En el último año de su mandato y con  la jubilación política en ciernes, el presidente Herrera se ha soltado la melena, en sentido figurado, claro, y le ha dicho a Rajoy verdades como puños. Entre ellas que la acción del Gobierno central está congelada, que hay que salir de la parálisis, que Ciudadanos es un partido que ha venido para quedarse y que sus líderes no se comen a nadie y que es necesario moverse y actuar para aprobar los Presupuestos Generales del Estado y reformar la financiación autonómica. Se puede decir más alto, pero no más claro, la verdad. Todo un arrebato.

Ya con anterioridad, Herrera le había dicho a Rajoy aquello de mirarse al espejo y más recientemente en el claustro de San Isidoro de León le había exigido una solución transitoria para la minería del carbón y el desbloqueo de la financiación autonómica. Aunque haya sido tarde, bien está que un líder autonómico del PP le lea la cartilla a su jefe nacional. La verdad es que Rajoy, más conocido como la esfinge gallega, necesita meneos como éste, aunque, a estas alturas, es posible que no sirvan para algo.

Las últimas encuestas del CIS, El País y ABC vienen a ratificar la crecida en intención de votos de Ciudadanos en detrimento del PP, partido que podría perder las próximas elecciones generales, para la cuales queda aún mucho tiempo. Es cierto. Antes estarán las elecciones europeas, las autonómicas y las municipales, todo un test para Ciudadanos, partido que tendrá que hacer realidad lo que dicen esas encuestas.

Dice Herrera que su partido, el PP, no tiene por qué tener miedo a Ciudadanos, que él gobierna en minoría en Castilla y León y sin grandes complicaciones gracias al apoyo del partido naranja. También es cierto, pero es que Ciudadanos de Castilla y León no tiene nada que ver con el Ciudadanos nacional que lidera Rivera. Los líderes naranjas de León y de Castilla viven del rebufo del liderazgo nacional de Rivera y, últimamente, de la buena estrella e imagen de la catalana Arrimadas. Aquí, en Castilla y León o en León a secas, Ciudadanos no se caracteriza ni por su iniciativa política ni por su imaginación y mucho menos por poner en aprietos al PP y a sus líderes que gobiernan con excesiva comodidad y tranquilidad en ayuntamientos y diputaciones. Se dice que en Castilla y León, Ciudadanos es la muleta del PP. Quizás por eso Herrera rebaja el temor de su partido hacia Ciudadanos. Aquí les han cogido la medida de la horma de sus zapatos y, hasta ahora, no han representado ninguna amenaza a la hegemonía popular.

Pero los tiempos cambian, claro, y la marea naranja tardará, pero llegará también a Castila y León y, sobre todo, en un momento en que Herrera tiene que ceder el liderazgo del PP regional a su sucesor, al alcalde de Salamanca, el insulso Mañueco. Ya lo decían los padres jesuitas de la Contrarreforma: “En tiempos de tribulación no hacer mudanza”. Pero ya es tarde para el padre abad Herrera, quien tiene más de franciscano y con fecha de caducidad política.

A pesar de todo ello, hay que reconocer el coraje y el valor de Herrera en pedirle públicamente al gallego ejerciente de Rajoy que mueva ficha, que tome decisiones, que salga de la parálisis política, que afronte el reto de Cataluña, que reforme la financiación autonómica y, sobre todo, que haga propuestas a otros partidos para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado. A buenas horas mangas verdes, pero, bueno, bien está que, aunque sea a última hora, Herrera se desate, políticamente hablando, claro. Todo un arrebato.

 

 

 

 

 

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