Dudas presuntamente razonables

En la semana del 25-N yo quería escribir sobre violencia de género, y me parecía casi obligatorio hacer alguna referencia al caso de Raquel y Pedro.

Quería hacer visible la oscuridad que rodea a las víctimas, tanto a las mujeres como a sus hijos e hijas. Esa oscuridad que las asfixia y les impide ver una salida segura. Porque hay salida, pero es dura y, por descorazonador que resulte, tiene riesgos.

Quería hablar del miedo con el que conviven. En algunos casos es auténtico terror, esperando una bofetada porque la sopa está demasiado caliente o demasiado fría; deseando que el primer golpe, porque no encontró su cerveza favorita, se pare ahí, confiando en que no abra el cajón donde están los cuchillos… En otros casos es una angustia constante, mientras la mujer piensa “¿me dejará hoy ir a ensayar? ¿a quién he saludado que no debía?…” o se queda muy quieta en la cama, a ver si hay suerte y hoy no la toca.

Quería poner de manifiesto nuestra incapacidad para identificar a los agresores. Algunos son mal encarados y groseros con todo el mundo. Pero otros, son tan encantadores! Son vecinos amables, siempre dispuestos a ayudar. Sí, los hombres que pegan a las mujeres también son así. También quería resaltar nuestra ceguera e ignorancia para identificar a las víctimas. Porque algunas son mujeres débiles, sin independencia económica, sin familia que las apoye. Pero también hay, entre las víctimas, mujeres con éxito profesional, con fuerte personalidad, con una red social importante. Su propia existencia nos demuestra lo endiabladamente complejo que es reconocer, identificar y poner fin a estas situaciones.

Quería subrayar nuestra soberbia, al exigirle a mujeres anuladas por el miedo que denuncien, que se enfrenten a su agresor y sin embargo, no ser capaces, como sociedad, de dar ese paso por ellas.

Sobre todo eso quería escribir. Pero luego pensé que mis reflexiones, lejos de ayudar, a lo mejor perjudicaban, que a lo peor alguien se veía reflejado y se ofendía, que alguna mente retorcida podía acusarme de oportunista por hacer referencia a un caso cercano… y entonces, ya no sabía de qué escribir en la semana del 25-N.

 

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