Del dicho al hecho, con el carbón maltrecho

 

 

El juicio ha entrado en el Ministerio de Industria. Aparentemente algo ha cambiado, de forma notable,  en el inmueble  número 160 del Paseo de la Castellana en Madrid. Ese lugar de trasiego constante para reclamaciones, manifestaciones y negociaciones mineras constantes en las últimas décadas, parece revivir aquel espíritu que en los 90 movía conciencias en los despachos, y largas esperas en los pasillos para los periodistas que cubríamos las tediosas e interminables reuniones de las mesas de seguimiento del carbón. No solo las del plan del carbón que daba cobertura al sector, sino también,  las reuniones de empresas a título particular que también tenían que arreglar lo suyo. Por el Ministerio de Industria del siglo XX, en pleno apogeo y agitación industrial de la minería del carbón,  pasaban asesores y abogados de los principales empresarios… y de allí siempre se salía con acercamientos, en mayor o menor medida.

Ejemplo de esas negociaciones siempre fue la MSP, con la viabilidad del grupo María, por ejemplo, detonante del estallido social y laboral que desembocó en la Marcha Negra, y el encierro de 8 trabajadores en el Pozo Calderón.  Después de semanas de conflicto, y con 500 mineros en los talones -ya habían llegado a Pozuelo de Alarcón-, en ese inmueble del número 160 del Paseo de la Castellana, se producía el encuentro trascendental que pondría fin a las movilizaciones.

Después de 9 horas, 9, de reunión entre el entonces Director General de Misas,  Enrique García Alvarez, el  Consejero de Economía de la Junta de Castilla y León, Fernando Bécquer y el  Director General de la MSP Alfonso García Argüelles, se redactaba un documento de síntesis, para  la viabilidad de MSP en Villablino. Una  hipótesis de partida que ponía condiciones: la empresa  debería entrar en un perfil de pérdidas decrecientes y alcanzar resultados positivos desde 1994, garantizando el nivel de empleo y unas determinadas producciones.  Ardua negociación con sindicalistas destacados como Anatolio Díaz o Rafael Varea. Y así de resumido pasó, lo que 25 años después, debería de pasar. Algo ha sucedido en el ahora Ministerio de Industria, Energía y Agenda Digital. El Ministro Nadal, ha devuelto con sus palabras la esperanza a estas tierras,  “el carbón cuenta y mucho, en la generación de energía en el país, junto con otras fuentes, dentro del mix energético”. De un plumazo parecen haberse eliminado los muros que han impedido en los dos últimos años, un diálogo, un acercamiento entre sindicatos y administración central, en el período más crítico para la minería del carbón en nuestro país. Eso es lo que necesitamos ya, algo similar a aquel documento de “síntesis” de “acercamiento” al que se llegó en 1992.  Una hipótesis que se haga realidad, donde se marquen como se hizo entonces, las medidas para ayudar a las empresas carboneras a suscribir con las eléctricas contratos a largo plazo, a poner en práctica acciones que mantengan al carbón en términos competitivos y a reactivar las “fantasmagóricas” zonas mineras, que se quedan sin población y actividad.  Bienvenido el nuevo talante, y que cuanto antes se pase del dicho…al hecho. Ya se ha perdido bastante tiempo.

 

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