¿De dónde han salido?

La otra política. La nueva política. Esa política en la que todo está supeditado a la fachada, a lo exterior, a manipular opiniones y conciencias. Resulta que es la vieja política. La de siempre. La de hacer todo cuanto esté de su mano -la de ellos- para alcanzar el poder. Ya lo decía Lenin: «todo el poder para los soviets». Pero si en el siglo XX la revolución se hacía por medio de sangre y fuego, en el XXI, se hace a través de las redes sociales, blogs, páginas web 2.0 y sucedáneos de digitales al servicio de la causa.

El hambre y la incultura arrasan donde ellos logran el triunfo. En España solo tocaron poder dando un golpe de Estado junto con los anarquistas al Gobierno legal constituído que, a su vez, tenía en frente un conflicto bélico con un levantamiento militar arropado por otras ramas del pueblo español. Hoy Venezuela, Corea del Norte, China y Rusia en una versión descafeinada de democracia son algunos ejemplos de su particular éxito como receta política para gobernar.

viñeta espias

Lo mismo te encuentras al camarada líder haciendo fotos con su móvil en dependencias municipales como Anacleto que demostró ser con las grabaciones de las reuniones oficiales ¿recuerdan?, que registrando una moción para que una multinacional, que ya hacía mucho tiempo había cerrado su trato en otro lugar, se instalase en Astorga. Nosotros mañana pediremos la Volvo en el alto de Manjarín, que esas tierras de secano bien pueden albergar una fábrica de este tipo.

Pero no nos engañemos. Lo malo no es pedir, que eso es su obligación. Pedir para y por Astorga y los astorganos. Lo malo es querer engañar y engatusar con brindis al sol con cosas pasadas, imposibles y fuera de todo contexto y lugar. Creerán que engañan a la gente. Quizás a la primera sí.  Pero en el fondo su postura antidemocrática, sus métodos de escenario de cartón piedra hueco y su falta de programa real les delata en cada acción que toman, en cada comunicado que le replica el Pravda astorgano. Pero qué solos se van a quedar… La izquierda y la derecha ultramontana no tienen sitio entre nosotros.

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