Cuando los arrieros maragatos acercaban a Villafranca del Bierzo pan y teatro

Durante el siglo XVII los arrieros suministraban al Bierzo bienes y servicios e incluso transportaban moneda desde la comarca berciana con destino a Valladolid

Hubo un tiempo, principalmente durante el siglo XVII, en el que los arrieros no solo atravesaban tierras bercianas por su habitual comercio entre los puertos gallegos y la corte sino que suministraban al Bierzo bienes y servicios e incluso transportaban moneda desde la comarca berciana con destino a Valladolid.

Entre los bienes encontramos las cargas de pan “en grano” (trigo), transportadas desde la Bañeza. “En la ciudad de Astorga a 26 días del mes de noviembre de 1675 años ante mi escribano público y testigos parecieron presentes de la una parte Juan Pérez vecino de la Villa de Villafranca del Bierzo en nombre de la Justicia y regimiento de dicha Villa y en virtud de poder que dijo tener de ella, y de la otra Santiago Durandez vecino del lugar de Brazuelo y dijeron que por cuanto entre los sobre dichos han tratado y contratado el uno con el otro que el dicho Santiago Durandez haya de llevar desde la Villa de La Bañeza a la dicha Villa de Villafranca cien cargas de pan según y en la forma que se entregare en todo el mes de diciembre de este año, 15 días más o menos y por cada carga de pan en grano se le ha de pagar a razón de 21 reales vellón…”, reza uno de los contratos recogidos por Miguel Ángel González García en su estudio ‘Escritores bercianos y Maragatería y arrieros maragatos en el Bierzo en el siglo XVII’ (revista Bierzo, 2016).
El motivo de los envíos de pan, tal y como indica González, sería que el clima villafranquino, menos propicio para este cultivo, no habría permitido recoger lo necesario ese año, debiéndose importar desde lugares habituales del cultivo del grano.

Entre los servicios destaca el traslado a Villafranca del Bierzo de las compañías de comediantes, que recorrían villas y ciudades a lo largo y ancho de la geografía española para animar, en los meses de verano, fiestas patronales y todo tipo de celebraciones. “Hablar de los traslados de una compañía teatral parece cosa de poca monta en tiempos de fáciles transportes y comunicaciones, pero indudablemente no era cosa menor en el siglo XVII, cuando viajar era todo menos un placer y con los actores había que transportar vestuario y decorados”, explica González. Y es que aunque el origen del actual teatro villafranquino se remonta a 1843, a la par que la Sociedad de Teatro de Villafranca de la que formó parte el escritor Enrique Gil y Carasco, que ahora da nombre al teatro, el interés y la relación de la villa con las artes escénicas es mucho anterior.

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Comediantes

Así, el estudio de González recoge también dos contratos para trasladar las compañías a la villa villafranquina, cuyo calendario teatral cobraba especial relieve en agosto, en torno a la fiesta de la Asunción de la Colegiata. El primero, fechado en 1661 y firmado en Cacabelos, está suscrito por el maragato Pedro Alonso, vecino de Castrillo de Probaçales (por Polvazares) y por el villafranquino Pedro de Villapún, “concertados e igualados en que el dicho Pedro Alonso ha de poner a su costa en la ciudad de Astorga a veinte y cuatro cabalgaduras con todos sus arreos necesarios en 11 de agosto primero que vendrá de este presente año o otro cualquiera día de dicho mes que le sea señalado para en dichas cabalgaduras traer a los comediantes, sus cargas y a las demás personas que les asisten para hacer las comedias en dicha villa de Villafranca por cuya razón le ha de pagar el dicho Pedro de Villapún dos ciento reales y tres fanegas de cebada”, señala textualmente el contrato original. Por aquel entonces, un contrato no era baladí. En el mismo texto encontramos los problemas a los que se exponía el contratante por no pagar, y que iban desde fuertes multas hasta la cárcel y la excomunión.

El segundo contrato, con fecha de 1678 y firmado en Astorga, corresponde al compromiso de los primos arrieros Domingo y Vicente Ferrer – en este caso cepedanos, de Brimeda- para trasladar a unos comediantes desde Benavente a Villafranca, que habrían de representar obras de Lope, Calderón y Moreto, entre otros. Domingo y Vicente Ferrer “tenían una empresa de notable importancia ya que nada menos el citado traslado lo harían con 40 caballerías, cobrando por él 2550 reales”, explica González García.

Moneda

La profesionalidad de los arrieros y su honradez estaba constatada, siendo también contratados para transportar moneda. Según un contrato de 1652, dos arrieros maragatos, Juan de Ríos, de Castrillo de los Polvazares, y Antonio de Rabanal, de Tabladillo (Santa Colomba de Somoza), llevaron desde Villafranca a Valladolid 49 talegos con 500 reales cada uno para que la moneda fuera ‘resellada’ -las piezas recibían un nuevo marcaje actualizando su valor- durante una de las muchas devaluaciones que sufrió ésta en el siglo XVII.

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