Los hospitales tienen su razón de ser en el cuidado de los enfermos. Unas veces los curan, otras les alivian el dolor y muchas veces no pueden hacer otra cosa que ayudarles a bien morir. En este último sentido son muy importantes las unidades de cuidados paliativos. Ciertamente el enfermo es una persona y no un simple animal. El enfermo no necesita solamente medicinas o intervenciones quirúrgicas. Necesita también cariño, compañía, atención. Entre las diversas atenciones que los enfermos pueden necesitar y reclamar con todo derecho está la llamada atención pastoral. El enfermo tiene todo el derecho del mundo a afrontar la enfermedad y también la muerte de acuerdo con sus creencias. No se le puede dejar sólo o tirado espiritualmente en un momento tan decisivo. Por ello está más que justificada la presencia de los sacerdotes capellanes en los hospitales.
Para no quedarnos solamente en la teoría, diré que conozco perfectamente a los tres capellanes del Hospital del Bierzo. Hemos de reconocer que su tarea no es nada fácil y que no sirve cualquiera para ejercerla. Me consta que lo están haciendo muy bien y que tienen más que merecido el aprecio de las gentes que pasan por el hospital, enfermos y familiares, sin excluir al personal sanitario. Por supuesto que su labor es mucho más que confesar, dar la comunión o poner la unción de enfermos. Hay muchos enfermos que necesitan que se les escuche, que se les mime…
Todo esto viene a propósito de que recientemente alguien ha mezclado churras con merinas y, a la hora defender que no se cierren durante el verano algunas habitaciones en el Hospital del Bierzo, se ha servido de la demagogia para criticar la presencia de los capellanes en el hospital, como si ellos fueran una ruina económica. No entiendo cómo puede haber personas que caigan tan bajo y sean tan mezquinas. Criticar a la Iglesia por estar presente ante el lecho de dolor o de muerte de los enfermos no deja de ser una enorme mezquindad que desacredita a quien no encuentra argumentos más sólidos para sus reivindicaciones.
Máximo Álvarez Rodríguez