El alcalde de Astorga, a Santa Marta

SALUTACIÓN A SANTA MARTA

Sr. Obispo don Juan Antonio Menéndez, Señores Canónigos del Cabildo Catedralicio, Sr. Párroco de Santa Marta, Sacerdotes, Asociaciones de la Ciudad y Fieles.

 Señoras y Señores Corporativos y Autoridades.

“No siembres maldades en surcos de injusticia, y no tendrás que segarlas multiplicadas.

No pretendas ser juez, si no te hallas con valor para hacer frente a las injusticias, no sea que por temor al poderoso te expongas a no obrar con justicia.

No seas de corazón cobarde

No aborrezcas el trabajo, aunque sea penoso

Honra a tu padre con todo tu corazón y no te olvides de los gemidos de tu madre. Acuérdate de que si no es por ellos no hubieras nacido y correspóndeles según lo mucho que han hecho por ti”

(Eclesiástico, VII)

 

   Santa Marta, hoy 23 de febrero de este año de 2017, regresamos ante ti, a saludarte y rogar tu protección para la ciudad de la que eres patrona. Desde los más de 2000 años de historia de Astorga y de las generaciones que han nacido, crecido y morado, con sus alegrías y con sus penas, en torno a los muros de esta antigua ciudad, Astorga ha sabido de tu protección hacia ella.

  La Historia Eclesiástica nos enseña que Marta nació a principios del siglo III y vio el final de sus días hacia el año 251, en la época de las persecuciones a los cristianos por el emperador Decio. Su hermano Vidal, soldado de la VII Legión Gémina, fue padre también de los niños mártires Justo y Pastor, santos Patrones de la actual Alcalá de Henares, en la que eligieron también el martirio en el año 304, durante el reinado de Diocleciano.

  No sería hasta el año de 1741 en el que nuestra Ciudad de Astorga acordó proponer a Santa Marta como Patrona de la Ciudad de la mano del canónigo Bartolomé de Loredo.

    Santa Marta, los que aquí nos reunimos sentimos que Astorga es una diminuta Roma, a cuya imagen fue creada por gentes que vinieron de muy lejos hace más de veinte siglos; ciudad de Astorga a la que muchos han dedicado, en su bien, días y años de sus vidas; otras personas, su vida entera.

  Así lo ha hecho en particular a lo largo de los siglos, la Iglesia astorgana. Ella ha conformado buena parte de las raíces y ser de Astorga y de sus gentes en sus dos milenios de historia.

                                       *   *   *   *

  Santa Marta, en los cortos años de tu joven vida, supiste mantener unos ideales por los que fuiste capaz de sacrificar uno de los más importantes capitales que se nos ha concedido, la vida.

  A todos nosotros también se nos piden, a otra escala cotidiana, responsabilidades, trabajos y sacrificios; en la familia, en nuestras profesiones, en la sociedad y en el servicio público hacia la ciudad a la que queremos y por la que cada día trabajamos, como humanos, con mayor o menor acierto.

  Santa Marta, te rogamos, como así mismo a nuestro Creador, que la paz, la libertad y la tolerancia sigan vigentes y que nunca se nos pida, ni exija, ese último sacrificio que, con coraje, diste por tu fe y tus ideales.

  Santa Marta, hemos visto y vivido años de crisis y de dolor en España y en nuestra misma Astorga; situaciones de desempleo y de necesidad; nos ha pesado la falta del trabajo y del sustento para personas y familias. Medios materiales de vida sin los que no se pueden ejercer, con dignidad, el resto de libertades que, un estado y una sociedad democráticos, y nuestra Constitución política, nos aseguran legalmente.

   Aunque es cierto que nuestra Nación, gracias al sacrificio y trabajo diarios de los españoles, va viendo la salida a estos años de crisis económica, ésta pervive aún para muchas personas y familias. Crisis que afecta también a las administraciones públicas en cuanto a los recursos disponibles para prestar servicios a nuestros ciudadanos y para mantener el irrenunciable estado del bienestar, pues si esto último no fuera así, Yo me pregunto, ¿qué amor a su nación, a su patria, puede sentir un ciudadano que nada recibe de ella?

   Santa Marta, seguimos percibiendo con preocupación, en nuestra provincia, en nuestra ciudad y comarcas, que siguen creciendo lentamente la despoblación, que las defunciones de nuestros mayores o la emigración de nuestros jóvenes no se compensan con una natalidad cada vez más reducida.

   Cada día parece, también, Santa Marta, que los Ciudadanos de Astorga y sus representantes tienen que sobresaltarse con periódicas propuestas, meramente economicistas, que hablan de reducir servicios a las personas que viven alejadas de las grandes urbes; ahora toca también hablar de la pretendida disminución de puestos de trabajo y de prestaciones en nuestra estación de ferrocarril o de las justas demandas del mantenimiento de la atención médica en nuestras comarcas y zonas rurales…

  Santa Marta, danos la fuerza y la unión para poder actuar con inteligencia y firmeza en defensa de los derechos de los Ciudadanos de Astorga y de sus comarcas.

   Ayúdanos y danos confianza, Santa Marta,  para mantener la ilusión y la fuerza de trabajo necesarios para que todos seamos capaces de cumplir con nuestras responsabilidades. Que nunca nos falten la paz, la salud, el trabajo y la justicia para todos los que habitan en esta antigua ciudad de la que eres Patrona.

  Santa Marta, te rogamos que acrecientes el espíritu de concordia entre los astorganos, que lleves la verdad allí donde imperan otros intereses parciales que no tienen como objetivo el bien común, la solidaridad, el progreso o la felicidad, y no de unos pocos, sino de todos los ciudadanos.

   Santa Marta, te rogamos que protejas la res publica, el estado y nuestras libertades; que nuestro creador nos ayude a mantener su unidad, así como la fuerza de todas las voluntades libres que forman la Nación, hogar común de los que en ella nacen y moran, así como los derechos de aquellas personas que desde otras tierras vienen a la nuestra, emigrados por la pobreza o exiliados por la guerra y la mala política, en busca de un nuevo hogar; al igual que hicimos los españoles en siglos y años pasados, cuando nuestra tierra no daba pan, ni trabajo para todos sus hijos y cuando las guerras civiles ensangrentaron a muchas generaciones de españoles. No olvidemos nunca, sin rencor, nuestra historia y lo que ella nos enseña.

    Santa Marta, Patrona de Astorga, conceded consuelo a quienes han perdido en este año pasado a sus seres queridos, a los que sufren enfermedad, a los que la falta de trabajo y medios, las tristezas o la soledad, tiene abatidos.

 Ampara a nuestros mayores, y también a nuestros niños y jóvenes, alegría y esperanza de nuestras vidas y futuro de esta ciudad.

   No deseo santa Marta, dar fin a esta salutación, como Profesor que soy, sin obligarme a leer y a reflexionar ante quienes nos escuchan, algunos pensamientos de Tomas Moore.

  Santo Tomás Moro fue un pensador, teólogo, político, humanista y escritor inglés, que fue además poeta, traductor, lord canciller del monarca  Enrique VIII, profesor de leyes, juez, abogado… y detractor de la Reforma protestante y, en especial, de Martín Lutero.

En 1535 fue enjuiciado por orden de Enrique VIII, acusado de alta traición por no prestar el juramento contra el Papa frente al surgimiento de la Iglesia anglicana, por oponerse al divorcio con la reina Catalina de Aragón y por no aceptar el Acta de Supremacía, que declaraba al rey como cabeza de esta nueva Iglesia Anglicana. Fue declarado culpable y, como nuestra patrona Santa Marta, prefirió ser decapitado a renunciar a sus valores y a todo aquello en lo que creía. Como buen juez, no tuvo temor de la cara del poderoso y ello le costó su vida.

Tomás Moro fue beatificado en 1886 y canonizado en 1935 por la Iglesia católica romana. Incluso hoy, la Iglesia anglicana lo considera un mártir de la Reforma protestante, incluyéndolo, desde 1980, en su lista de santos y héroes cristianos:

  Dejó escrito Tomás Moro:

 

«El hombre no puede ser separado de Dios, ni la política de la moral»

 

“Felices los que saben escuchar y callar, porque aprenderán.”

 

“Felices los que son suficientemente inteligentes, como para no tomarse en serio a ellos mismos, porque serán apreciados por quienes los rodean.”

 

“Felices los que están atentos a las necesidades de los demás, sin sentirse indispensables, porque serán distribuidores de alegría y de justicia.”

 

“Felices los que saben mirar con seriedad las pequeñas cosas y tranquilidad las cosas grandes, porque irán lejos en la vida.”

 

“Felices los que saben apreciar una sonrisa y olvidar un desprecio, porque su camino estará iluminado por el sol.”

 

“Felices los que piensan antes de actuar y rezan antes de pensar, porque no se turbarán por lo imprevisible.”

 

“Felices ustedes si saben callar y ojalá sonreír cuando se les quita la palabra, se los contradice o cuando les pisan los pies, porque el Evangelio comienza a penetrar en su corazón.”

 

“Felices ustedes si son capaces de interpretar siempre con benevolencia las actitudes de los demás aún cuando las apariencias les sean contrarias. Pasarán por ingenuos: es el precio de la caridad.”

Y

«Que en mi corazón no encuentre las fuerzas suficientes para hablar de forma distinta a como me dicte mi conciencia.»

 

   Así sea.

Arsenio García Fuertes.

Alcalde de Astorga.

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