PERFIL

Alberto, el de la tele

Alberto Delgado, uno de los rostros de la televisión española en los años 70, recibe el homenaje del Ayuntamiento de Astorga

Alberto Delgado era el rostro de la televisión seria de los años de nuestra infancia y principios de nuestra adolescencia. Seria porque no fuera un tipo serio, que lo es, sino porque los temas que trataba estaban relacionados nada menos que con la política y el Parlamento, al final del Régimen, en la Transición y en los primeros años de la estrenada y ansiada Democracia.

Casado con una astorgana, y ya se sabe lo que tiran las maragatas, lo cierto es que se le veía junto a su prole todos los meses de agosto sin faltar a la cita estival con la Bimilenaria. De hecho, recuerdo muy bien, aunque eran algo mayores que yo, a sus hijos Alberto y ¿Pituki?, que coincidían  con nuestras pandillas en el Jardín. Ese jardín prohibido para bicis pero con bicis, prohibido para monopatines pero con monopatines y prohibido para casi todo pero haciendo de todo lo que se podía y lo que quedaba en el intento.

Cuando lo veías en las terrazas del Regio, del Imperial y sobre todo en el Casino te quedabas un poco atontado, porque era una cara conocida hasta que caías en la cuenta. Era la magia de la televisión, la única, en esos años.

De sus colaboraciones y publicaciones en la prensa local destacamos sobremanera su implicación en Edypsa, editora de El Faro Astorgano, hoy en día descabezado por su mala cabeza y sin norte, por mucho que algún aspirante a jefecillo lo quiera disimular con su mala leche habitual. Seguro que al bueno de Alberto, don Alberto (un respeto que 80 años no se cumplen todos los días) le pasa como a mí, que nos duele ver languidecer al papel y más al hermano que siempre fue este digital para esa «casa madre».

No quisiera pasar por alto que el homenaje que le va a realizar el Ayuntamiento es más que merecido, más allá, diría que su nombre tendría que estar entre los propuestos a los premios Ciudad de Astorga que se fusionaron en esta legislatura con el de Maite Almanza. Pero bueno, por lo menos en esta España nuestra, o lo que queda de ella, y en la que somos de grandes homenajes una vez el protagonista no está ni se le espera, en esta ocasión sí que está y bien que se le espera y aprecia.

 

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