8-M ¿La zona cero de la cuarta ola?

Hace ya dos meses que iniciamos el 2021 con la esperanza de plantar por fin cara al virus, pero la contienda parece aun lejos de terminar y más aun cuando las nuevas cepas no hacen más que rodearnos. A pesar de ello, tras semanas duras, se ha puesto fin, al menos en España, a la consabida tercera ola navideña. Pero es curioso la capacidad que ha tenido la sociedad para utilizar el virus como herramienta de criminalización hacia ciertos sujetos, desde el necio que acude a un botellón con sus amigos, hasta el que saca a su perro de quince años a hacer sus necesidades dentro del horario de toque de queda. Pero ya no solo se condena la actitud a un determinado individuo, sino que incluso se está llegando a desaprobar a determinados movimientos sociales.
Es obvio que nos encontramos en tiempos en los que todos tenemos que arrimar el hombro, en los que deberíamos tener no solo responsabilidad individual sino también responsabilidad social y pensar en el de al lado, sea éste tu familiar más cercano o sea un completo desconocido. Pero también es cierto que el mundo sigue girando, con sus maravillas y sus injusticias, y que hay que seguir batallando por acabar con estas últimas, aunque haya que buscar nuevas formas que se adapten a la situación actual para poder hacerlo, pues las injusticias no se van a ir ni con vacunas ni con mascarillas.
En estos últimos días existe un intenso debate en los medios y, más fuerte aun, en las redes sociales en referencia a las manifestaciones del 8-M que, salvo giro dramático de los acontecimientos, se realizarán dentro de unos días. Hace ya casi un año se realizaron en todo el mundo las llamadas manifestaciones del 8-M en el contexto del “Día Internacional de la Mujer” y del “Paro Internacional de Mujeres”, en las cuales sus partícipes asistieron con la misma ilusión que los dos años anteriores en los que dicha movilización se había convertido en un fenómeno mundial. Es cierto que, con las noticias que ya corrían por aquel entonces referentes al nuevo virus, mucha gente decidió no acudir a estas concentraciones por miedo a contagiarse. Lo llamativo es que, debido a intereses partidistas, aquello se convirtió en un enorme frente de guerra en España, llegando incluso a utilizar el termino “homicida” para los organizadores de las manifestaciones y para los cargos políticos que dieron el visto bueno a que se realizasen dichas movilizaciones. Un año después, esos intereses partidistas han penetrado de tal manera en la opinión pública, que se está empleando de nuevo los conceptos “asesinos” o “terroristas” como si el diccionario fuera el armero de la división de artillería.
Durante estos últimos meses se han realizado otras movilizaciones y éstas siempre han generado crispación social debido a la situación actual. Pero con la del 8-M la sociedad a entrado en un conflicto magno. No es necesario ir muy lejos para encontrar otras movilizaciones donde no ha existido una disconformidad de tales dimensiones, solo hay que ir al 15 de febrero de este año, donde 300 personas se concentraron en Madrid para conmemorar el 78 aniversario de la “Batalla de Krasni Bor”. ¿Por qué no hubo un gran debate público al respecto? De hecho toda la opinión se centró en una joven de 18 años que realizó proclamas antisemitas, algo más que reprochable, pero esto dejó completamente de lado la controversia de que 300 personas se juntaron sin cumplir con las medidas COVID pertinentes. Cabe destacar que las manifestaciones del 8-M se realizarán teniendo en cuenta una serie de medidas como son el aforo limitado, siendo este de 500 personas en Madrid
o de tan solo 100 personas como en Murcia, siempre respetando el distanciamiento social y huelga hablar del uso de mascarilla. Por lo tanto, ¿qué diferencia hay con respecto al flujo de personas que hay un viernes por la tarde en la principales avenidas comerciales de una ciudad? Todos hemos visto como están las calles en estos días en los que se han reducido las restricciones. Y por supuesto hubo personas que condenaron esas situaciones de cientos de personas aglutinadas en una misma calle, bien charlando, tomando algo o simplemente mirando un escaparate. Pero, ¿por qué no existe un debate de dimensiones épicas al respecto y, sin embargo, al 8-M se le tilda de peligro para la salud?¿De dónde viene esa doble vara de medir?
Esto no es una apología a las manifestaciones del 8-M. Dadas las circunstancias todos conocemos cual es la situación y no es posible una concentración de miles de personas como la de hace dos años por ejemplo, pero existen alternativas a ello. Es aceptable la opinión de que: “no es momento para realizar este tipo de eventos”. Pero hay que respetar tanto la decisión individual del que decide no acudir a las manifestaciones del 8-M por miedo a contagiarse y por ende la posibilidad de contagiar a otros, como respetar al que acudirá a la manifestación en pro de dar visibilidad a determinados aspectos que, tristemente, bien entrados en la década de los 30 del siglo XXI aun existen. Todo ello sin tildar a ésta última persona de una especie de distribuidor especializado del COVID-19, porque ahí está la diferencia: “si acudes a otro tipo de eventos, sean de ocio o de otro tipo, no ocurre nada, pero si acudes a éste en concreto, eres un peligro para la salud”.
Esto no es más que una reflexión de cómo nos han influenciado para que pasemos de pensar que es
beneficioso un evento que se lleva realizando en toda Europa desde hace 110 años, cuyo objetivo es el de dar visibilidad a una serie de perjuicios sociales hacia la mujer, ya no solo en España sino en otras partes del mundo, a pensar en que esto ahora se ha convertido, aprovechando las presentes circunstancias, en una especie de arma biológica.
Ahora depende de los organizadores, pero sobretodo de los participantes que acudan a las manifestaciones, el cerrar bocas, acudiendo con responsabilidad y cumpliendo con las medidas, sin que puedan dar a los opositores del 8-M argumentos del tipo: “la cuarta ola empezó con la ola feminista”. Pues todos sabemos que las voces contrarias a que se realicen este año las manifestaciones, no son contrarias por motivos de salud, sino por lo que representa este movimiento, y ahora se frotan las manos creyendo que este año la mujer no tendrá su escaparate propio. Desinfectad las manos y dadles una buena bofetada, un año más.
Edgar Blanco Molina

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