Por los méritos contraídos a lo largo de la historia, Astorga tiene la consideración de Ciudad Muy Noble, Leal, Benemérita, Magnífica y Augusta. En la actualidad, cuenta con cerca de 12.000 habitantes y su estructura económica se basa fundamentalmente en el sector servicios, la administración pública y, en menor medida sobre todo de un tiempo a esta parte, la construcción.
La ciudad se considera la capital de diversas comarcas que se han ido desarrollando a su alrededor como la Maragatería, la Cepeda o la Sequeda. Además, es cabeza de Diócesis, una de las más extensas y antiguas de España cuya jurisdicción abarca la mitad de León y parte de Orense y Zamora.
La ciudad nació como campamento militar romano de la Legio X Gemina a finales del siglo I a. C., aunque poco después se convirtió en un asentamiento civil y fue capital del Conventus Asturum. Se estableció como importante nudo de comunicaciones del noroeste peninsular y gozó de cierta prosperidad en los dos primeros siglos de nuestra era gracias a la minería del oro.
Desde el siglo XI, y gracias al impulso dado por el Camino de Santiago, la ciudad experimentó un progresivo desarrollo en el cual la Iglesia tuvo un papel protagonista. A principios del siglo XIX la ciudad sufrió las consecuencias de la ocupación francesa y fue una de las primeras ciudades que se levantaron contra los franceses, con el amotinamiento de campesinos y jornaleros el 2 de mayo de 1808.

El ejército francés entró en la ciudad el 31 de diciembre del mismo año y durante los años siguientes cambió de manos en varias ocasiones hasta que finalmente los franceses capitularon el 17 de agosto de 1812.
Entre mediados del siglo XIX y principios del XX se produjo un importante desarrollo industrial, en el que jugaron un papel fundamental la llegada del ferrocarril y el auge de la industria del chocolate. Ésta continúa activa junto con otras ramas de la industria alimentaria, como la repostería y la industria cárnica, aunque la actividad económica del municipio está basada fundamentalmente en el sector servicios, con la administración, el comercio y el turismo cultural como sectores más destacados.
Agricultura
La actividad agrícola en la ciudad de Astorga es meramente testimonial, no así en los pueblos que pertenecen al Ayuntamiento, cuya principal fuente de ingresos proviene del sector primario. Cabe diferenciar dos zonas agrícolas, la zona de secano, al oeste de la capital maragata, de rendimientos bajos y difícil de trabajar, y la zona de regadío, al este de la ciudad, de rendimientos elevados y fácil de trabajar por la diferente composición del suelo, proveniente de los depósitos aluviales del Tuerto.
En 2011 el término municipal presentaba una superficie agrícola de 1.045 hectáreas, de las cuales 1.021 eran tierras arables, entre las que se diferencian los cultivos de secano y el regadío. Otras quince representaban cultivos de huerta y 8,3 eran frutales.
El sector vitícola fue, especialmente entre los siglos XIII y XV, uno de los pilares de la economía de la ciudad, pero ya en el siglo XVII se tenía que traer vino desde Rueda o Toro por la paulatina desaparición del terrazgo perteneciente al viñedo, del que sólo queda una hectárea. El resto de terreno se distribuye entre pastos (2339,6 hectáreas), especies forestales (557,9 hectáreas) y otros espacios no agrícolas (706,2 hectáreas).
A nivel general, el sector primario ocupaba a un 1,3% de los trabajadores y representaba un 0,5% de las empresas, resultado de la tercerización de la economía municipal. La actividad agrícola está aún presente en las distintas pedanías mientras que es prácticamente inexistente en la ciudad.
Industria
La ciudad de Astorga tiene un sector industrial débil basado en el textil, la alimentación y las artes gráficas. Tradicionalmente la ciudad ha sido una ciudad poco industrializada, como el resto de la comarca maragata, y ha basado su producción industrial sobre todo en el sector de la alimentación, que engloba productos como el Chocolate de Astorga, la Cecina de León o las mantecadas, estas dos últimas amparadas y reguladas por una marca de Denominación de Origen.
La industria moderna llegó a la ciudad en los años 40, cuando un empresario de origen cepedano, Bernardo García González, montó la empresa A.I.P.T.E.S.A. en el cercano término municipal de San Justo de la Vega, dedicada al sector textil. Poco después de dicha empresa surge otra de la mano del mismo empresario, Papelera Astorgana S.A., dedicada al sector del papel.
En los últimos años, la ciudad, gracias en gran medida al impulso de su condición de cruce de caminos con la apertura total de la Autovía del Noroeste y de la AP-71, ha puesto en marcha un Polígono Industrial. El grueso de la actividad industrial se concentra en este emplazamiento, promovido por el Ayuntamiento y la Cámara de Comercio e Industria.

El desarrollo del Polígono Industrial de Astorga comenzó en 1991. Durante los primeros años de actividad, se urbanizaron un total de 57 parcelas que suponían 65.948 metros cuadrados de suelo industrial. Posteriormente se realizaron dos ampliaciones adicionales. La segunda fase del Polígono Industrial de Astorga partió de una parcela matriz de 70.000 metros cuadrados, de los cuales, una vez urbanizada, quedaron destinados a suelo industrial 49.381 metros cuadrados.
La ejecución de la tercera fase comenzó en 2004 mediante la adquisición de las parcelas rústicas colindantes con la segunda fase. En febrero de 2007 se firmó el contrato de ejecución de las obras de urbanización y éstas concluyeron en noviembre de 2007. Se urbanizaron 60 parcelas que suponen 78.998 metros cuadrados de suelo edificable industrial.
En septiembre de 2011 se aprueba por las autoridades competentes la modificación número 9 del Plan General de Ordenación Urbana del Ayuntamiento de Astorga que supone la reclasificación de 450.916 metros cbd.topreview.com cuadrados como suelo urbanizable industrial, paso inicial para la ampliación del polígono industrial con una cuarta fase.
En cuanto a industrias, en total en el año 2011, existían en la ciudad dos empresas de energía y agua, cinco químicas, 24 metalúrgicas y 66 manufactureras, con un total de 97 empresas del sector industrial. Por su parte, el sector de la construcción registraba un total de 100 empresas.
Industria alimentaria
Sin duda, la industria alimentaria constituye uno de los principales motores del tejido industrial de Astorga. La ciudad cuenta con tres productos estrella: la cecina, el chocolate y las mantecadas. El chocolate es fundamental en la ciudad y se ha convertido en uno de sus principales atractivos turísticos llegando a contar con un museo especializado.
La Cecina de León y las mantecadas tienen su consideración de Indicación Geográfica Protegida y son un producto fundamental dentro y fuera de la provincia, la comunidad e incluso el país. Las mantecadas de Astorga son famosas casi en el mundo entero y gran parte de la Cecina de León se produce en Astoga.
Cecina
La cecina de León es uno de los productos más destacados de la gastronomía de toda la provincia y en Astorga cuenta con varias empresas productoras que forman parte del Consejo Regular, un organismo dependiente de la Consejería de Agricultura y Ganadería de la Junta de Castilla y León, que vela por el cumplimiento del Reglamento de Indicación Geográfica Protegida Cecina de León que se aprobó en 1.994 y que garantiza la calidad del producto.
El Consejo Regulador certifica las piezas utilizadas en la elaboración de la Cecina de León, haciendo que cumplan los requisitos exigidos. Además, también lleva a cabo labores de promoción, asistencia a certámenes feriales, congresos, jornadas, actividades de control de calidad, gestión de subvenciones y actualización en materia de normativa sanitaria.
Etimológicamente la palabra cecina deriva del término latino siccus, que significa seco, o bien, del término céltico ciercina que se refiere al cierzo o viento. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define la cecina como “carne salada, enjuta y seca al aire, al sol o al humo”.

La materia prima utilizada en la elaboración de la Cecina de León, son los despieces de los cuartos traseros de ganado vacuno mayor de un mínimo de cinco años de edad y de un peso vivo mínimo de cuatrocientos kilos, procedente preferentemente de razas bovinas autóctonas de Castilla y León. Se utilizan cuatro partes o cortes de estos cuartos traseros – tapa, contra, babilla y cadera – estando todos ellos clasificados con la categoría de carne de 1ª A.
Los únicos ingredientes utilizados en la elaboración de la Cecina de León, y obviamente de Astorga, son la carne de vacuno y la sal. Se emplea para ello fundamentalmente dos procedimientos, uno que se puede considerar de tipo “artesanal” que se lleva a cabo por sistemas tradicionales y que coincide con las épocas más frías del año –de noviembre a marzo- y otro de tipo “industrial” o “semindustrial” que utiliza técnicas de curado de la carne más modernas y que se puede realizar durante todo el año.
La elaboración consta de seis operaciones o fases que cronológicamente son: perfilado, salado, lavado, asentamiento, ahumado y secado o curación. Todo este proceso de elaboración tendrá una duración mínima de siete meses contados a partir de la entrada en salazón. El perfilado es la operación mediante la que se da forma a las diferentes piezas que pasarán a ser saladas.
En este proceso de salado, la finalidad fundamental es la incorporación de la sal común a la masa muscular, favoreciendo la deshidratación de las piezas y su perfecta conservación, además de contribuir al desarrollo del color y aroma típicos de los productos curados.
A este fin, según los sistemas tradicionales, las piezas se colocan apiladas cubriéndose con sal marina de grano grueso. El tiempo de salazón tiene una duración mínima de 0,3 días y un máximo de 0,6 días por kilo de peso. El proceso de salado tiene lugar a una temperatura entre 2º C y 5º C, y una humedad relativa entre 80% y 90%. Transcurrida esta fase, se lavan las piezas con agua potable, templada o tibia, con objeto de eliminar la sal adherida en la superficie.
Después, se pasa al proceso de asentamiento, cuya duración oscilará entre los 30 y 45 días. La pieza se cuelga al aire. Esta fase de post-salado tiene por finalidad eliminar el agua de constitución, hacer penetrar la sal de una manera homogénea y uniforme, favorecer el desarrollo de la microflora característica y canalizar los procesos bioquímicos de hidrólisis enzimática que producirán el aroma y sabor característicos. Al eliminarse lenta y paulatinamente el agua superficial, las piezas adquieren una mayor consistencia.
A continuación se podrán ahumar las piezas, utilizando para ello leña de roble o encina. La duración de esta fase estará comprendida entre los 12 y 16 días. Posteriormente se colgarán las piezas en secaderos, en la fase de secado o curación, y se procederá a la clasificación de las piezas según peso y conformación.
Esta fase se realiza en secaderos naturales provistos de ventanas con apertura regulable que permita controlar tanto la temperatura como la humedad mediante el sistema tradicional de “abrir y cerrar ventanas”. La temperatura a la que tiene que estar el producto en esta fase es de entre 10º C y 12º C y a una humedad relativa del 75% – 80%. En estos locales o en bodegas permanecerán hasta completar su maduración, no siendo inferior a 7 meses.
Las 17 empresas que componen el Consejo Regulador de la IGP “Cecina de León”, de las que cinco son de Astorga y alrededores, cerraron el año pasado con una producción de 96.000 piezas y 10,5 millones de euros de facturación. A lo largo de 2014, el Consejo seguirá luchando contra el fraude, además de trabajar en favor de la exportación y en propiciar que todas las empresas se abran camino en el exterior.
Mantecadas
Cuenta la leyenda popular que la primera receta de la mantecada surgió allá por el siglo XIX en el interior del convento astorgano de Sancti Spiritu. La monja en cuestión, llamada María Josefa González Prieto, se salió de la congregación y las comercializó. En 1805 los maestros reposteros Máximo Matheo y Francisco Calvo, proveedores del Seminario Astorgano durante las fiestas navideñas, dejan el primer testimonio escrito de la receta de la mantecada, que todavía hoy se conserva.
En 1850 se comienza la comercialización del producto a través de unos iniciales obradores de reducido tamaño llamados morunos. El origen del oficio de las cajilleras, cuya tarea consistía en plegar los cuadrados de papel que servían de protección y envase de la mantecada, está muy ligado a la labor de los obradores y refleja la importancia de la mantecada de Astorga en el sector productivo de la ciudad.
Existen numerosas referencias documentadas de mediados del siglo XIX, generalmente relacionadas con el mundo eclesiástico y con la costumbre de regalarlas en muestra de agradecimiento o donativo. También se tiene constancia de que durante este periodo, el primer productor las comercializó con el nombre de “La Perla Astorgana”. Varios anuarios a lo largo del tiempo, han mencionado la importancia de las fábricas de mantecadas en Astorga.
Y es que las mantecadas de Astorga son uno de los productos de repostería más conocidos y con más tradición de nuestro país. Su origen se remonta a hace más de 200 años y durante el siglo XIX fueron apareciendo los primeros obradores, hasta llegar a los seis existentes en la actualidad. Su calidad y su importancia histórica han sido reconocidas con la concesión de una figura de calidad como es la Indicación Geográfica Protegida que certifica su origen y su autenticidad.

Las materias primas utilizadas en la elaboración de las mantecadas de Astorga son de primera calidad y siguen respondiendo a la receta tradicional: harina, huevos, manteca de vaca y azúcar. El proceso productivo sigue siendo el mismo de hace 200 años, es una tradición que no ha cambiado.
En primer lugar, se baten los huevos con el azúcar. Una vez que el huevo se esponja, se incorpora la harina. Se continúa batiendo, incorporándose por último la manteca de vaca, batida previamente, que es sin duda la materia que diferencia a las mantecadas de los bizcochos o de las magdalenas.
Finalmente, la masa se introduce en las tradicionales cajillas de papel, elaboradas a mano (lo que ha dado lugar a un oficio típico de Astorga, el de las cajilleras), y se hornea a unos 230 grados durante 15 minutos hasta que las mantecadas adquieren su color tostado típico. Lo que está claro es que las materias primas naturales, de máxima calidad, y una elaboración artesanal garantizan un producto único, un auténtico placer para el paladar.
Las mantecadas constituyen uno de los dulces regionales más representativos y competitivos dentro del mercado nacional. Tienen una forma bastante regular y homogénea de unas dimensiones aproximadas de 6 centímetros de lado y unos 4 centímetros de espesor. Su superficie externa, espolvoreada de una capa de azúcar, se halla un poco agrietada debido al efecto de la cocción.
La mantecada se presentará en su cajilla de papel de aproximadamente 5,5 centímetros de lado y 2 centímetros de altura. La superficie de la cubierta es firme, dorada y curvada, con granos de azúcar en el centro. Es de textura suave y esponjosa, con un característico sabor que la hacen inconfundible y que en muchos establecimientos hosteleros es el complemento para acompañar cualquier tipo de café, infusión o un buen chocolate a la taza.
La zona de elaboración y producción de la mantecada de Astorga se ciñe al término municipal de la localidad de Astorga. En este ámbito, se encuentran las seis industrias de transformación dedicadas a la elaboración de este producto: Hojaldres y Mantecadas Alonso, Mantecadas El Arriero Maragato, Fábrica de Productos Milagritos, Dulces Mallorquina, Mantecadas Los Maragatos y Mantecadas Velasco.

Alrededor del 90% de la producción se vende al turismo de paso por Astorga, sin embargo, otro foco importante de comercialización se genera durante las navidades en la Comunidad Gallega. Por su fuerte implantación en el último siglo, las mantecadas de Astorga no han encontrado competidor en la repostería nacional, su fama traspasa las fronteras y su nombre va siempre asociado al de la ciudad.
Chocolate
El chocolate es otro de los productos alimentarios más importantes en la ciudad, hasta el punto que cuenta con un Museo del Chocolate en el centro histórico y a la espera de poder abrir otro más grande para poder atender mejor la demanda del turismo.
Astorga se ha consolidado como “Ciudad del chocolate” con una tradición vinculada al chocolate que se remonta al siglo XVI. En el año 1545, se acordó el casamiento de la hija de Hernán Cortés, María Cortés de Zúñiga, con Álvaro Pérez Osorio, heredero del marquesado de Astorga. Hernán Cortés era conocedor de los valores nutritivos y comerciales del cacao, motivo por el que existe cierta creencia de que la recepción del cacao en Astorga se debe a la aportación de una cuantiosa dote en la que tal vez se incluyera el cacao como un óbolo excepcional por su valor crematístico.
Otro de los factores que influyó en la distribución del chocolate en la zona fue la Diócesis de Astorga, que consumía habitualmente este producto, lo que aseguraba la comercialización en la ciudad. Hasta la capital maragata llegaron gentes de toda la Península a aprender el oficio de chocolateros. Era a finales del siglo XVII y XVIII. Aquí conocieron los secretos del cacao y regresaron a sus tierras e incluso lo hicieron tan bien que supieron adaptarse a los nuevos tiempos, y bastantes de esas industrias continúan en activo.
Además, el Marquesado de Astorga gozaba en su territorio de una red de transporte establecida por arrieros maragatos que permitía su capacidad de comercio con otros pueblos del Reino. De este modo, se introdujo en la zona el azúcar y el cacao americano.
A todos estos factores hay que sumar el clima frío y seco de la zona, que resultaban idóneos para el enfriamiento del chocolate. La arraigada tradición chocolatera en la capital maragata hizo que en el año 1914 se censaran en la ciudad 49 fábricas, algunas de ellas de las más importantes de España.

La etapa más boyante del chocolate en Astorga transcurre entre los años cuarenta y sesenta, cuando más de cuarenta familias -porque casi todos eran artesanos, excepto algunas empresas con empleados- transformaban el cacao en chocolate. El declive llegó con el bajón del consumo de chocolate a la taza ya que la gente comenzó a tomar leche y dejaron un poco de lado al chocolate.
Pero muchas de las empresas chocolateras de Astorga supieron reinventarse más allá del chocolate a la taza para pasar a ofrecer también distintas variedades de chocolate con leche, almendras y llegar hasta nuestros días. En la actualidad, podemos encontrar multitud de variedades, sabores y colores de chocolate que hacen las delicias de los visitantes.
En lo que se refiere al Museo del Chocolate, tiene sus orígenes en 1994 como una iniciativa del comerciante y coleccionista José Luis López García, que rescató e investigó la importancia del pasado y el presente de la industria chocolatera y su influencia en la historia de la ciudad.
A partir del año 2002 se llevó a cabo el Inventario de la Colección Museográfica por parte del Ayuntamiento de Astorga, lo que dio comienzo a los trámites necesarios para su adquisición mediante compra. Tres años más tarde, en 2005, tanto los fondos como la gestión del Museo fueron asumidos por el Ayuntamiento y en la actualidad es un centro público de titularidad municipal.
Sector servicios: el Turismo
La actividad económica de Astorga se centra principalmente en el sector servicios. La ciudad es el centro económico de referencia de las comarcas circundantes como la Maragatería o la Cepeda.
Como ocurrió en el resto de Castilla y León, Astorga vivió en los 80 y 90 un fuerte proceso de pérdida económica y demográfica que parece haberse frenado gracias a la explotación turística, llegando a ser un referente del turismo en la zona noroeste.
Por tanto, el Ayuntamiento ha dedicado importantes esfuerzos para dotar a la ciudad de infraestructuras y de medios para mantener el patrimonio artístico y cultural, y favorecer la llegada de visitantes. Esto ha provocado un incremento en la actividad comercial, provocando el surgimiento de numerosos establecimientos hosteleros, que a la vez ha repercutido favorablemente en las demás actividades económicas de la ciudad.
Además de su importancia dentro de la provincia, Astorga es la ciudad de referencia para las comarcas de su entorno, como la Cepeda o la Cabrera, y especialmente los martes, cuando se celebra el mercado semanal que ocupa varias calles del centro de la ciudad.
El turismo es el pilar fundamental ya que la capital maragata es uno de los lugares más conocidos y emblemáticos de la provincia ya que posee un patrimonio histórico y artístico difícil de igualar en un municipio con cerca de 12.000 habitantes. Así, el número total de visitantes recogido durante el año 2013 en la Oficina Municipal de Turismo ascendió a 113.269, lo que supone un aumento del 2,8% respecto a 2012.

Uno de esos principales atractivos son los restos romanos de Astúrica Augusta que conviven con edificios que muestran su importancia en la época medieval, ya que no hay que olvidar que Astorga es un cruce de caminos, donde confluyen la Vía de la Plata y el Camino de Santiago. Además, cuenta con varias fiestas de gran atractivo turístico como Semana Santa, Carnaval y Astures y Romanos.
Dentro del legado romano, se conservan las Termas Mayores y Menores, el Aedis Augusti, el Foro, las Cloacas, La Domus del Mosaico, el Foso Campamental y la Ergástula, actual ubicación del Museo Romano. Pero además de los restos romanos, Astorga cuenta con un importante patrimonio religioso y civil como su Ayuntamiento, uno de los más destacados ejemplos del barroco civil en la provincia.
Aunque sin duda unas de las joyas de la ciudad y que más sorprende al visitante, es su Palacio Episcopal del arquitecto modernista Antonio Gaudí. Este edificio, junto a la Casa Botines en León, son las únicas obras del arquitecto fuera de Cataluña.
Así, en diciembre de 2013 el municipio contaba con 47 establecimientos turísticos de los cuales tres eran agencias de viajes, nueve eran alojamientos de turismo rural —con una capacidad de 115 plazas—, dieciséis eran establecimientos hoteleros —con una capacidad de 549 plazas—, ocho cafeterías y 47 eran restaurantes.
Turismo gastronómico
Una de las tradiciones más arraigadas desde el punto de vista gastronómico en Astorga y toda la comarca de la Maragatería es el Cocido Maragato. Esta tradición se ha convertido en un atractivo turístico más de la ciudad ya que el visitante complementa el disfrute de la riqueza patrimonial del municipio con sentarse a disfrutar de la buena mesa.
Muchos, por no decir todos, son los establecimientos hosteleros que ofrecen esta comida típica en la ciudad que, por un precio que ronda los 20 euros, satisface con creces el hambre del viajero y del peregrino.

La esencia del Cocido Maragato es que se come en orden inverso al resto de cocidos tradicionales, una característica que suele sorprender y gustar a los visitantes. Inicialmente se toma la carne, de vaca, lacón, patas y oreja de cerdo, cecino, cordero, chorizo y tocino, añadiéndose además el “relleno”, hecho de pan, huevo, ajo y perejil. Después, aunque sin quitar de la mesa la carne, es el turno de los garbanzos, de pico pardal que es la variedad de la zona, que se sirven cocidos, secos y por separado en una fuente o larguero.
Con los garbanzos se añaden patatas y repollo, en fuentes separadas. Para terminar, la sopa de fideos porque como se suele decir: de sobrar, que sobre la sopa. En cuanto al postre, el más típico para finalizar el festín suelen ser natillas con bollo, aunque no hay regla general y también puede tomarse bizcocho maragato u otros postres.
Esta tradición tiene múltiples teorías. Cuentan que durante la guerra se alimentaba al soldado empezando por la proteína, en este caso la carne. Se realizaba de esta manera por si el enemigo realizaba un ataque por sorpresa y así el alimento ingerido era el más contundente y que aportaba más energía para la contienda. Posteriormente, tocaba el turno de los garbanzos, la legumbre que proporcionaba el alimento necesario para continuar y si con suerte llegaba al final, el caldo de la sopa les hacía entrar en calor.
Otra de las teorías habla de la ingesta en este orden por la tradición arriera. Cuentan que cuando los antiguos arrieros maragatos recorrían España, siempre llevaban consigo porciones de carne de cerdo cocida que solían tomar antes de pedir algo caliente que llevarse al cuerpo. También se dice que siendo comida de labriegos, la servían en el campo en olla de barro y que si se empezaba por la sopa se llegaría a las carnes cocidas frías, de esta forma lo hacían al contrario.
Empleo
En marzo de 2013 existían en el municipio un total de 596 establecimientos que ocupaban a 2.280 trabajadores. En 2007, del total de ocupados que había en el municipio, el 1,3% de la población lo estaba en el sector primario (51 empleos), el 14,6 % en la industria (579 empleos), el 14,6% en la construcción (580 empleos), y la mayor parte, el 69,5%, estaban ocupados en el sector servicios, lo que pone de manifiesto la importancia de este sector para la economía municipal.
A raíz de la crisis económica a partir de 2008, el número de parados se incrementó y así, según el Servicio Público de Empleo Estatal, si en diciembre de 2007 el paro registrado era de 725 personas, en enero de 2014 ascendía a 1.216 personas, de las cuales 583 eran hombres y 633 eran mujeres.
Por sectores de actividad, 40 personas del total de los parados corresponden al sector agrícola, 133 al sector industrial y 161 parados a la construcción. El sector servicios es que el genera un mayor volumen de parados, con 754 desocupados, a los que hay que sumar 128 que se encuentran en situación de desempleo sin trabajo anterior.
Por tanto, se puede afirmar que Astorga es una ciudad eminentemente de servicios donde el turismo juega un papel fundamental que impulsa tanto a la hostelería y como al comercio. La crisis, al igual que en el resto de España, también ha azotado a la ciudad provocando una pérdida de empleos y de población, aunque gracias al sector turístico la capital maragata resiste los azotes de la recesión.