Ponemos fin a un año fatídico con un logro que supuso una gran colaboración con el Ayuntamiento y en la actualidad una satisfacción colectiva; sin duda, beneficioso para la economía local, con los condicionantes que la pandemia exige. Han sido muchas las instituciones, asociaciones, los colectivos, las instituciones, medios informativos, que nos han manifestado su simpatía y apoyo. Reconociendo el trabajo entusiasmado de los astorganos y allegados, que han ‘recolectado’ votos sin descanso, la iluminación navideña que disfrutamos ha sido instalada por la atención hacia nuestra ciudad de la acreditada empresa Ferrero-Rocher, y bajo el manto protector y difusor de nuestro ‘embajador’ Dani Martínez.
Este revivir de la ciudad no debe hacernos olvidar la dolorosa situación vivida, aún no superada, con la pérdida de tantos vecinos, la mayoría de ellos personas ya mayores o en la ancianidad, a las que debemos el disfrutar, pese a las limitaciones, de un bienestar y una protección social; a muchos les tocó vivir una época de duros trabajos, de penalidades, y un final en la total soledad. La gran responsabilidad, sin medios, que a las residencias que acogen a nuestros conciudadanos en la última etapa de la vida les ha tocado, y aún corresponde, asumir, nunca se reconocerá lo suficiente. Gratitud debemos a Cáritas Diocesana, a Protección Civil, Cruz Roja y voluntarios, al Ejército, Servicios Sociales municipales, Policías Local y Nacional, con su permanente disposición a paliar todo tipo de necesidades.
Desde el Ayuntamiento en todo momento procuramos desde el Gobierno Municipal mantener los servicios básicos en funcionamiento, la diaria y compleja administración, y hasta donde la ley nos ha permitido, o permitido interpretar, facilitar actividades culturales, deportivas o recreativas. Un año que ha habido que sortear todo tipo de dificultades, para cumplir las condiciones exigidas por las autoridades sanitarias en los servicios en funcionamiento. Y todo ello con menor personal en su puesto de trabajo. La actividad económica municipal se ha resentido, y en mayor medida la de los sectores comercial y empresarial, para los que fueron arbitradas modestas ayudas.
Toda la ambiciosa programación que desde el Ayuntamiento anhelábamos llevar a cabo se nos vino abajo; baste recordar algún propósito de gran calado, como la colaboración con el Cabildo para el 5º centenario del nacimiento de Gaspar Becerra. Las celebraciones de Semana Santa, Astures y Romanos, Santa Marta, etc., quedaron bajo mínimos o fueron suspendidas; si bien no han faltado iniciativas para ‘vivirlas’ por medios digitales. Mejor suerte han corrido las obras contratadas o pendientes de resolución, relativas a infraestructuras o servicios municipales, algunas de ellas se hallan en la actualidad en ejecución.
2021 ha de ser mejor que el año que despedimos. No son pocas las lecciones que tanto desde el ámbito municipal, como personal, hemos de asimilar; aunque con sentidos diferentes, para ambos ha quedado manifiesta cuán grande es nuestra vulnerabilidad, qué pronto se pueden paralizar unos servicios o irse al traste los proyectos de vida personales. Y cómo se tensiona y se reclama un trabajo titánico en el área sanitaria; y se comprueba con qué entrega han respondido cuantos trabajan en esta actividad. Ahora, finalizados los aplausos en los balcones, nunca hemos de olvidar el bien que a la sociedad proporcionan.
Pese a las dificultades, la imagen de nuestro municipio se ha visto reforzada de forma positiva, con atención a nuestras actividades de la pandemia en medios televisivos; de forma intensísima por todo lo que ha supuesto conseguir una excepcional iluminación navideña. Se ha hablado mucho de nuestra ciudad y para bien, y sin costo para las arcas municipales. El hecho de la aprobación de un nuevo presupuesto, posible por el trabajo eficaz del teniente de alcalde y concejal de Hacienda, junto al levantamiento de algunas restricciones para la ejecución del gasto, supondrán un respiro para la planificación de una gestión municipal más ambiciosa. Pero este optimismo no implica olvidarnos de la dura realidad, porque la pandemia no nos abandonará definitivamente durante meses, a tenor de las informaciones que nos llegan, pese a su atemperación con la vacunación que se avecina.
Sin palabras vanas, aceptando y no encubriendo la realidad que debemos seguir afrontando, saldremos adelante; y recuperaremos nuestra habitual manera de vivir personal, y colectiva en todos sus órdenes, con templanza y tacto, con ahínco e ilusión, y con cuantos tengan a bien colaborar en pro del bienestar y desarrollo de nuestra querida ciudad y de nuestros queridos pueblos. Sin olvidar las necesidades sociales más acuciantes.