Fallece el escultor astorgano Marino Amaya a los 86 años

El Vaticano atesora en sus fondos 'El Derecho a la Vida' y la Fundación Rockefeller le adquirió varias obras tras su famosa exposición en Zoma Gallery de Nueva York, en 1981. Este escultor se volcó de lleno en la escultura pública con un impresionante número de trabajos diseminados por todos los rincones de la geografía española
Marino Amaya junto a una de sus esculturas (panoramico.com)

S. G. El escultor astorgano Marino Amaya ha fallecido, esta semana, a los 86 años de edad, en la Andalucía en la que quedó afincado allá por la década de los ochenta. Fue nombrado hijo predilecto de la capital maragata en 1974 y desde el 84 una calle de Astorga lleva su nombre. El autor de las esculturas en homenaje al poeta Leopoldo Panero y en honor a la Inmaculada Concepción, que preside la plaza del Seminario, ha dejado su obra repartida por todo el mundo. También fue el encargado de tallar La Inmaculada y el monumento a los donantes de sangre de la capital leonesa.

El Vaticano atesora en sus fondos ‘El Derecho a la Vida’ y la Fundación Rockefeller le adquirió varias obras tras su famosa exposición en Zoma Gallery de Nueva York, en 1981. Este escultor se volcó de lleno en la escultura pública con un impresionante número de obras públicas diseminadas por todos los rincones de la geografía española. Ciudades como Gijón, Ciudad Real, Elche, Andújar, Cáceres, Málaga, Salamanca, Marbella, Soria, Madrid, Getaria, o Almería, entre otras, albergan parte de su producción. En la obra que Marino Amaya dejó, es frecuente ver niños y niñas representados en diversas facetas de su vida, en especial juegos e igualmente están muy presentes en su producción las figuras de animales, en especial perros y gatos.

Vida del escultor astorgano más internacional

Nació en Astorga en 1927. En su juventud fue pastor, carpintero y tejedor. A los quince años recibió su primer encargo como escultor, una estatua de Santiago Apóstol esculpida en piedra blanca. En Salamanca asistió a la Escuela de Artes y Oficios. La Diputación de esa provincia, en vista de sus progresos, le ofreció una beca con la que viajó a Madrid a perfeccionar sus estudios de escultor en 1945. Posteriormente, en 1949 emprendería una especie de vuelta al mundo para impregnarse de la estética y los saberes de otros pueblos, recorriendo Francia, Italia, Austria, Holanda, Dinamarca, Noruega, Suecia, Alemania y Grecia. Sus inquietudes personales no quedarían limitadas a la vieja Europa, ya que también estuvo en Egipto y Palestina. El cambio de aires sentaría de maravilla a Marino Amaya pues, de regreso a España, el año 1950, obtuvo la medalla de plata en la Exposición Nacional. En 1951 el Obispo de León le confía un grandioso monumento a La Inmaculada Concepción. En 1952 expone sus obras por primera vez en la Asociación de escritores y artistas de Madrid y en 1954 presenta sus esculturas en León.

A partir de los años sesenta trabajaría intensamente la escultura. En 1974, Astorga, su ciudad natal, le hizo hijo predilecto y le dedicó una calle. En 1981 expuso sus obras en Nueva York en Zoma Gallery, donde adquiere quince de sus obras la Fundación Rockefeller. En 1985, Juan Pablo II le concede una entrevista, para conocer su obra El Derecho a la Vida, que fue bendecida por el Santo Padre. Hoy esta escultura forma parte de la colección de obras de arte del Vaticano. A partir del año 1985 Marino Amaya inició la creación de numerosas obras dedicadas a la vida de los niños para exponerlas en las ciudades más importantes del mundo y despertar con ellas el amor y el respeto por la vida. Desde el año 1981 Amaya tenía su estudio en Marbella (España), que alternaba con el de Madrid.

 

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