Las luces de la discordia

Desde hace ya unas semanas hemos podido escuchar y leer en diferentes medios de comunicación una disputa que surge desde el seno del ayuntamiento y que poco a poco parece ir perdiendo fuerza. Dicho conflicto supone que este año nuestra ciudad seguirá sin contar con alumbrado navideño. Lo cierto es que no será este el primer año que ocurre esta circunstancia, dicha medida ya fue adoptada el pasado año escudada en la austeridad municipal y, claro está, por decisión del equipo que lidera dicha institución y la no oposición del grupo que hoy hace fuerza en contra de la citada decisión.

Durante las últimas fechas he podido leer a través de los medios de comunicación las declaraciones de ambos representantes políticos. Una de las partes explica tener el respaldo de un amplio colectivo empresarial mientras la otra parte parece escudarse en medidas adoptadas en otros municipios de la geografía española. Quizá ambas partes debieran darse cuenta que este tipo de conflictos es mejor resolverlos dentro de los muros del ayuntamiento lugar donde, por otro lado, debiera hacerse. Sin necesidad de reunir colectivos ni mencionar otros municipios, sino utilizando el mejor vehículo para alcanzar un acuerdo, la política municipal.

Lo cierto es que, puede que esté perdiendo la memoria, pero me parece sorprendente que las dos partes en conflicto hayan sido las que durante el tiempo de vida que tiene esta legislatura hayan abogado por la austeridad en multitud de sesiones plenarias, incluso el partido que gobierna ha podido sacar adelante muchas de sus medidas por el apoyo austero de esta tercera fuerza política de la ciudad. Sin embargo cuando lo que se debate es el presupuesto, o las partidas económicas de peso… solemos escuchar “no tenemos nada que añadir”. Creo merece la pena recordar que dichos acuerdos sobre la “necesidad de ahorrar” siempre han contado con la desaprobación de la principal fuerza opositora del consistorio que ya ha explicado en infinidad de ocasiones en el salón de plenos, lugar donde deben solventarse estas cuestiones, que la falta de previsión y el temor a gastar más de lo ingresado hace que se tomen medidas de ahorro que no son necesarias y que además van en contra del interés de muchos de nuestros vecinos y amigos. Dicha falta de previsión es lo que ha ocasionado que al cierre del pasado ejercicio se contara con cerca de un millón de euros de dinero no presupuestado, y es aquí cuando el empresario que ha asumido un esfuerzo extra para poder reajustar las cuentas públicas dice… ¿pero entonces porque he tenido que asumir el gasto?

Por todo ello es más que lógico pensar que dichos comerciantes, después de este tiempo, ya se hayan cansado de este tipo de medidas, más aún cuando por todos es sabido que el presupuesto municipal actual lleva el mismo camino que el del ejercicio pasado. Todo ello viene a demostrar que la austeridad es necesaria cuando no hay capital, que no se puede gastar dos cuando solo se ingresa uno, pero horizonte muy diferente se puede contemplar cuando se gastan dos, se ingresan cuatro y se dice que es necesario seguir gastando uno. Desde mi humilde opinión y creo que la de muchos de los lectores, a esto lo podríamos denominar “temor a invertir”. Después de todo esto, y seguro que de alguna cuestión más que se queda en el tintero, es cuando el empresario tiene todo el derecho a pensar que le están tomando el pelo.

Solo espero que después de unas semanas de debate público entre estos dos representantes políticos, que no de sus partidos, las cosas no queden igual pero me da la sensación de que si dentro de los muros del ayuntamiento no han conseguido ponerse de acuerdo, más difícil será fuera. Quizás, y solo quizás, este cruce de declaraciones extra-muros no busque realmente la solución al problema sino otro tipo de fines que distan mucho de buscar el interés de los empresarios locales.

Quiero aprovechar la ocasión para desearles unas felices fiestas y una feliz salida y entrada de año, esperemos que el 2015 traiga una de las cuestiones más importantes, a mi juicio, dentro de la labor política, el sentido común.

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