Fiestas S.A.

Las fiestas patronales en honor a Santa Marta son uno de los apartados más sensibles de todo gobierno local que se precie. Unos, valoran este área de gobierno como algo menor, algo engorroso y de menor categoría por aquello del jolgorio y la masa. Otros, sin embargo, piensan que es una de las manifestaciones de vitalidad, imaginación y capacidad de convocatoria de quien ocupa el Consistorio como refrendo de sus posibilidades de llamada y organización.

No sé las razones, quizás por aquello que suele suceder en casi todos los ayuntamientos, el caso es que el concejal de Fiestas, Javier Guzmán, fue desde el principio el candidato como presidente de Nuevas Generaciones del Partido Popular a ser el destinado a tal función. Es lógico, por otra parte, que un joven conecte mejor con las modas musicales, comparta afinidades con sus vecinos de similar edad y demás.

Recuerdo hace más de un año las dificultades que manifestaba el edil por llegar un inicio de legislatura en junio para tener todo preparado en agosto. En poco más de un mes buena parte del «cartel» hubo que hacer frente sin «dinero en la caja». Eso se nos dijo y a fe que un servidor se lo cree. Y a pesar de la inexperiencia, la falta de caudales y de tiempo, las fiestas salieron adelante con bastante aceptación general.

Otra cosa ha sido este año. Hemos leído la versión oficial, la de la leal oposición y la de la desleal, ya saben a quien me refiero. Pero también hemos asistido y hemos escuchado con oídos bien abiertos el decir general.

No se trata de apostillar lo dicho por una de las partes. Tampoco de sentar cátedra. Simple y llanamente opinar. Como una opinión más de un astorgano más. En este caso, de acuerdo, con posibilidad de exponer ideas en un medio de comunicación diario de información general.

Se ha echado en falta alguna actuación de mayor renombre nacional. Si bien es cierto que hubo orquestas de alta calidad, espacio para los grupos locales y apuestas de formaciones emergentes en un panorama estatal sin llegar al famoseo. Y a la gente, reconozcámoslo, nos gusta ver alguna cara conocida aprovechando la ocasión.

Me cuentan que la contención del gasto en el tema de los cachés es santo y seña en la Concejalía de Fiestas. Eso significa valentía y riesgo. Pues lo fácil es disparar con pólvora ajena y contentar al respetable.

También en el asunto de los fuegos artificiales se nos ha quedado corto el programa. El gentío que esperaba el fin de fiestas con los cohetes luminosos se cuantificaba como una de las ediciones con más participación de público de los últimos tiempos. Algún día más habría que haber lucido el cielo de la noche astorgana. La gente se quedó con ganas de más nos cuentan.

pólvora y Fuegos Artificiales Santa Marta 2016

Hace falta abrir ya el nuevo Teatro Municipal. Tenemos a Mixticius, compañía astorgana que escala en calidad de representación año tras año, mes tras mes, representación tras representación. La queremos ver codearse con otras estrellas de la tramoya al menos de importancia regional. Astorga tiene que recuperar su tradición teatral.

En este sentido, el ámbito cultural me refiero, Panero y todo su contexto es ya una figura aceptada, reconocida y homenajeada. Parece que a un sector empieza a resultarle cansino los actos y memoriales sobre «las siestas del poeta», la exposición de «fotos en pijama y otros interiores ocultos y nunca vistos de los descendientes» o similares. Uno, que es consciente de que tenemos un filón en la Escuela de Astorga, comparte la opinión de otros amigos de tertulia que no se ha reconocido del todo a Luengo, el arqueólogo, a Gullón, el único Príncipe de Asturias con que contamos y figuras coetáneas. Sobre Panero no digo más porque el chicle está estirado por personas más cultas y eruditas que el periodista.

En general, las fiestas han tenido un aprobado alto. Para llegar a la máxima nota tienen que pulirse aún cosas. La perfección no existe. Y además, en esto pasa como con la selección española de fútbol, cada uno es un entrenador en potencia que alinearía un once diferente.

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